


𝙊𝙩𝙧𝙖 𝙫𝙚𝙯 𝘼𝙙𝙚𝙡𝙖; 𝙎𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙚𝙡 𝙘𝙤𝙣𝙛𝙡𝙞𝙘𝙩𝙤 𝙥𝙤𝙧 𝙚𝙡 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙧𝙤𝙡 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙢𝙚𝙢𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙧 𝙞𝙣𝙨𝙩𝙞𝙩𝙪𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡
Jaime Laguna Berber
El relato oficial de la llamada “Guerra Sucia” en México ha sido en gran medida producido, validado y promovido por actores que han ocupado posiciones institucionales o que han sido habilitados como “expertos” por el Estado, sin necesariamente haber vivido en carne propia la represión.
Un caso representativo de este proceso es Adela Cedillo, quien ha intentado posicionarse como una voz autorizada en torno al fenómeno de la contrainsurgencia mexicana, pese a que su perspectiva ha generado tensiones importantes con sobrevivientes que, como quien suscribe, han sostenido una visión profundamente divergente basada en la experiencia directa de la represión, la prisión y la lucha clandestina.
Cedillo, en lugar de abrir espacios para una pluralidad de testimonios, ha ejercido un papel excluyente y revictimizante. Muestra de ello es la carta pública en mi contra —promovida por ella— que aparece en su blog personal, donde se presentan acusaciones sin fundamento firmadas por personas que ni siquiera me conocen, muchas de las cuales han estado ausentes de la lucha por la memoria y la justicia, pero han sido convocadas para dar peso a una narrativa que busca desacreditar a quienes no se alinean con su relato.
Cedillo ha sido fuente directa para la construcción de versiones oficiales, como la que aparece en una historiografía de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en donde se afirma que 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙫𝙚 𝙥𝙤𝙘𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙤, 𝙡𝙤 𝙘𝙪𝙖𝙡 𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙞𝙩𝙪𝙮𝙚 𝙪𝙣𝙖 𝙛𝙖𝙡𝙩𝙖 𝙙𝙚 𝙧𝙚𝙨𝙥𝙚𝙩𝙤 𝙮 𝙪𝙣𝙖 𝙢𝙚𝙣𝙩𝙞𝙧𝙖 𝙛𝙡𝙖𝙜𝙧𝙖𝙣𝙩𝙚: 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙫𝙚 𝙥𝙧𝙞𝙫𝙖𝙙𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙡𝙞𝙗𝙚𝙧𝙩𝙖𝙙 𝙥𝙤𝙧 𝙘𝙞𝙣𝙘𝙤 𝙖𝙣̃𝙤𝙨 𝙮 𝙢𝙚𝙙𝙞𝙤, 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤 𝙙𝙪𝙧𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙚𝙡 𝙘𝙪𝙖𝙡 𝙛𝙪𝙞 𝙩𝙤𝙧𝙩𝙪𝙧𝙖𝙙𝙤, 𝙩𝙧𝙖𝙨𝙡𝙖𝙙𝙖𝙙𝙤 𝙚𝙣 𝙘𝙤𝙣𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙖𝙞𝙨𝙡𝙖𝙢𝙞𝙚𝙣𝙩𝙤 𝙮 𝙨𝙤𝙢𝙚𝙩𝙞𝙙𝙤 𝙖 𝙥𝙧𝙤𝙘𝙚𝙨𝙤𝙨 𝙞𝙡𝙚𝙜𝙖𝙡𝙚𝙨, 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙚𝙡𝙡𝙤 𝙙𝙤𝙘𝙪𝙢𝙚𝙣𝙩𝙖𝙙𝙤 𝙮 𝙙𝙚𝙣𝙪𝙣𝙘𝙞𝙖𝙙𝙤 𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙞𝙣𝙨𝙩𝙖𝙣𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙣𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡𝙚𝙨 𝙚 𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡𝙚𝙨.
La única fuente de estas actitudes es el ánimo de lastimar y causar daño, motivada por intereses personales
La trayectoria de Cedillo ha estado marcada por conflictos con varios movimientos armados. En el caso del EZLN, fueron los propios miembros quienes la señalaron por prácticas de tipo policiaco. Con el EPR sucedió lo mismo, y aunque en su momento algunas figuras del ámbito académico o de derechos humanos intentaron defenderla, quedó claro que sus métodos y enfoques eran motivo de desconfianza.
Cedillo ha pretendido ocupar espacios de legitimación institucional, como ocurrió con el Mecanismo para el Esclarecimiento Histórico, MEH, donde su cercanía con Alicia de los Ríos, hija, —empleada de la Secretaría de Gobernación, aunque presentada solo como familiar de desaparecida— no le garantizó el “pase automático” que esperaba.
El conflicto entre ambas terminó escalando, y Cedillo adoptó una postura abiertamente vengativa, llegando incluso a hacer señalamientos insidiosos sobre Alicia de los Ríos madre.
Estos relatos son profundamente cuestionables desde el punto de vista ético, y muestran cómo la disputa por la memoria ha sido también una disputa por los beneficios, espacios, cargos y legitimidades que el Estado ha abierto en los últimos años.
Los sobrevivientes que no aceptamos ser institucionalizados, que no nos subordinamos a las narrativas hegemónicas ni ocupamos cargos gubernamentales, somos marginados o directamente atacados por guardar viva la memoria desde abajo, desde la cárcel, la represión y la dignidad.
La demanda por verdad, justicia y reparación no puede construirse sobre la base de pactos de silencio ni sobre historiografías hechas a modo. La historia de la represión en México exige abrir el archivo, recuperar el testimonio de los sobrevivientes sin filtros oficiales, y reconocer que no hay una sola versión de los hechos. Hay múltiples verdades heridas, múltiples relatos enterrados y una sola exigencia legítima: 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙖 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙨𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙧𝙪𝙮𝙖 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙫𝙞́𝙘𝙩𝙞𝙢𝙖𝙨, 𝙣𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙣𝙚𝙨 𝙝𝙖𝙣 𝙨𝙞𝙙𝙤 𝙛𝙪𝙣𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡𝙚𝙨 𝙖𝙡 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙧.
1.- 𝘔𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘶𝘵𝘢 𝘺 𝘳𝘦𝘷𝘪𝘤𝘵𝘪𝘮𝘪𝘻𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘪𝘵𝘶𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭
𝐿𝑙𝑎𝑚𝑎 𝑙𝑎 𝑎𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝐴𝑑𝑒𝑙𝑎 𝑐𝑟𝑖𝑡𝑖𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙 𝑀𝑒𝑐𝑎𝑛𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑑𝑒 𝐸𝑠𝑐𝑙𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜́𝑟𝑖𝑐𝑜, 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑎𝑏𝑜𝑟𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑠𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑎𝑠𝑒𝑠𝑖𝑛𝑎𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑗𝑒𝑐𝑢𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑔𝑟𝑢𝑝𝑜𝑠 𝑎𝑟𝑚𝑎𝑑𝑜𝑠
Cedillo. A; Enero 2025, Ni esclarecimiento ni reparación visible en https://nuevositio.nexos.com.mx/?p=83028
Primero habría que entender que esos 𝑎𝑠𝑒𝑠𝑖𝑛𝑎𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑗𝑒𝑐𝑢𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 con todo lo condenable que podían ser, no pueden ser materia de la investigación de los crímenes del Estado Bajo la llamada Guerra Sucia.
Para ella debería investigarse a los grupos armados por los crímenes que cometieron.
El contexto en donde los supuestos crímenes por los que esta preocupada porque se aclaren y se condenen, significa que está de lado de la policía.
Esos crímenes, que pudieron haberse cometido se realizaron en un contexto histórico determinado y en situaciones desafortunadas y lamentables pero esto no puede convertirse en un juicio moral en contra de la gente que se levanta en armas, porque en el fondo, al parecer eso es lo que pretendería Adela.
cito: “Vᴇʀᴅᴀᴅᴇs ɪɴɴᴇɢᴀʙʟᴇs ɴᴏ ᴅᴇsᴛɪɴᴀ ᴜɴᴀ sᴏʟᴀ ʟɪ́ɴᴇᴀ ᴘᴀʀᴀ ʜᴀʙʟᴀʀ ᴅᴇ ᴀᴏ̨ᴜᴇʟʟᴏs ᴄᴀsᴏs ᴅᴏɴᴅᴇ ʟᴀs ᴏʀɢᴀɴɪᴢᴀᴄɪᴏɴᴇs ᴘᴏʟɪ́ᴛɪᴄᴀs-ᴍɪʟɪᴛᴀʀᴇs ᴀᴊᴜsᴛɪᴄɪᴀʀᴏɴ ʏ ᴅᴇsᴀᴘᴀʀᴇᴄɪᴇʀᴏɴ ᴀ sᴜs ᴅɪsɪᴅᴇɴᴛᴇs ɪɴᴛᴇʀɴᴏs. Pɪᴇɴsᴏ ᴇɴ ᴄᴀsᴏs ᴇᴍʙʟᴇᴍᴀ́ᴛɪᴄᴏs ᴅᴇ ᴀᴊᴜsᴛɪᴄɪᴀᴅᴏs ᴅᴇsᴀᴘᴀʀᴇᴄɪᴅᴏs…”
Frente al Mecanismo de Esclarecimiento Histórico, Adela Cedillo, ha centrado buena parte de sus esfuerzos en denunciar, juzgar y estigmatizar los presuntos crímenes cometidos por los grupos armados revolucionarios, sin dedicar el mismo énfasis, rigor ni compromiso a investigar los crímenes de Estado cometidos durante la llamada “Guerra Sucia”.
Esta asimetría no es un mero descuido académico, sino la expresión de una toma de partido clara: Cedillo ha elegido colocarse, simbólica y políticamente, del lado de la policía.
Quien haya vivido en carne propia el terror de la represión estatal —las detenciones clandestinas, la tortura, la desaparición forzada— sabe que el Estado no puede ser equiparado con los grupos insurgentes que se alzaron en armas.
Los actos cometidos por organizaciones político-militares, por condenables o trágicos que hayan sido, no pueden jamás ser materia de las comisiones que investigan las violaciones graves a los derechos humanos perpetradas por agentes estatales.
Esa distinción está reconocida en el derecho internacional, que delimita con claridad la responsabilidad particular del Estado en tanto detentor del monopolio legal de la violencia, sujeto a obligaciones jurídicas específicas.
Cedillo parece ignorar —o, peor aún, tergiversar deliberadamente— este principio. Desde una supuesta neutralidad académica, lanza acusaciones morales selectivas que en realidad operan como discursos de criminalización política para convertirse en la coartada para construir un relato en donde las organizaciones armadas mexicanas aparezcan como equivalentes morales al Estado represor.
Lo que aquí se está eludiendo es el núcleo de la verdad histórica: quienes empuñaron las armas lo hicieron en un contexto de cerrazón democrática, persecución sistemática y exterminio político.
2.- 𝑈𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑚𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑑𝑖𝑠𝑝𝑢𝑡𝑎: 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑒𝑙 𝑒𝑠𝑐𝑙𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜́𝑟𝑖𝑐𝑜 𝑦 𝑒𝑙 𝑗𝑢𝑖𝑐𝑖𝑜 𝑚𝑜𝑟𝑎𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑟𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑚𝑎𝑟𝑓𝑖𝑙
Lo que es peor, en un acto que me parece de total bajeza, Adela acusa a Alicia de los Ríos, la desaparecida, de haber asesinado a sangre fría a otra persona, esto en el fondo no es un discurso de pretensiones académicas pues trae ocultas intenciones, injuriosas, calumniosas, y que muestran el verdadero rostro policiaco
Es indignante que haya acusado, de forma vil y sin fundamento, a la Alicia de los Ríos , la luchadora, la revolucionaria, una mujer desaparecida por el Estado mexicano, de haber asesinado a sangre fría a otra persona.
Cito a Cedillo:
“𝑂𝑡𝑟𝑜 𝑐𝑎𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑀𝐸𝐻 𝑑𝑒𝑐𝑙𝑖𝑛𝑜́ 𝑖𝑛𝑣𝑒𝑠𝑡𝑖𝑔𝑎𝑟 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑖𝑣𝑖𝑙𝑒𝑠 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑒𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎. 𝐸𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑖𝑣𝑖𝑙𝑒𝑠 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑣𝑖́𝑐𝑡𝑖𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑎𝑢𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑒𝑠𝑜. 𝑃𝑜𝑟 𝑒𝑗𝑒𝑚𝑝𝑙𝑜, 𝑢𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑠𝑜𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑎𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝑀𝐸𝐻 𝑓𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑒𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙𝑒𝑟𝑎 𝐴𝑙𝑖𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑅𝑖́𝑜𝑠. 𝐸𝑙 𝑖𝑛𝑓𝑜𝑟𝑚𝑒 𝑑𝑒 𝐴𝑙𝑙𝑖𝑒𝑟 𝑒𝑙𝑢𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑒𝑗𝑒𝑐𝑢𝑡𝑜́ 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑑𝑖𝑠𝑝𝑎𝑟𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑏𝑒𝑧𝑎 𝑎 𝑀𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑖𝑡𝑎 𝑊𝑢𝑟𝑡𝑧 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑒𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢 ℎ𝑖𝑗𝑎 𝐿𝑜𝑟𝑒𝑛𝑎 𝐾𝑒𝑙𝑙𝑒𝑟 𝑒𝑛 1977. 𝐸𝑛 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑠𝑜𝑚𝑒𝑡𝑒𝑟 𝑎 𝐴𝑙𝑖𝑐𝑖𝑎 𝑎 𝑢𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑒𝑠𝑜 𝑙𝑒𝑔𝑎𝑙, 𝑒𝑙 𝑔𝑜𝑏𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑜𝑝𝑡𝑜́ 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑜𝑟𝑡𝑢𝑟𝑎𝑟𝑙𝑎 𝑦 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟𝑙𝑎. 𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑟𝑒𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑜́ 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑗𝑢𝑠𝑡𝑖𝑐𝑖𝑎: 𝑓𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑒𝑡𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜.”
Que esta acusación provenga de alguien que pretende hablar de la justicia y la verdad, desnuda el verdadero rostro de su causa.
Lo anterior pudiera ser cierto, pero, si así fue, tocar el tema en un informe que trata de abordar el tema de la Guerra Sucia debería ser para Adela la oportunidad para enjuiciar, juzgar y encontrar en los actos de los “guerrilleros” las razones de su muerte, tortura, desaparición. Pero no aporta ninguna fuente, ninguna.
No deja de ser de tufo policiaco, de boletín de gendarmería el texto de Cedillo: “…ejecutó de un disparo en la cabeza a Margarita Wurtz en el operativo del secuestro de su hija Lorena Keller.”
Pero la histeriadora evita dar la fuente de sus desatinos históricos, de sus inventos calumniosos.
Yo tengo otros datos: en el Legajo DFS, expediente 11-435, L 50, 21 de enero de 1978 se indica
“𝐸𝑙 𝐺𝑢̈𝑒𝑟𝑜” 𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑖𝑐𝑒 𝑎 “𝑀𝑖𝑘𝑒” 𝑦 𝑎 “𝑆𝑢𝑠𝑎𝑛𝑎” 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑎𝑐𝑎𝑟 𝑢𝑛 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑑𝑒 𝑑𝑖𝑛𝑒𝑟𝑜. 𝐿𝑎 𝐵𝑟𝑖𝑔𝑎𝑑𝑎 𝐽𝑜𝑠𝑒́ 𝐿𝑢𝑖𝑠 𝑃𝑎𝑐ℎ𝑒𝑐𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑖́𝑎 𝑢𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑝𝑎́ 𝑑𝑒 𝐿𝑜𝑟𝑒𝑛𝑎 𝐾𝑒𝑙𝑙𝑒𝑟. ..
Y más adelante DFS, expediente 11-235, L 49, del 05 de enero de 1978
“…(𝑒𝑙) 27 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑝𝑡𝑖𝑒𝑚𝑏𝑟𝑒 (𝑑𝑒 1977), 𝑢𝑛𝑎 𝑏𝑟𝑖𝑔𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝐶23𝑆 𝑠𝑒𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝐶𝑖𝑢𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑀𝑒́𝑥𝑖𝑐𝑜 𝑎 𝐿𝑜𝑟𝑒𝑛𝑎 𝐾𝑒𝑙𝑙𝑒𝑟 𝑊𝑢𝑟𝑡𝑧. 𝑆𝑒𝑔𝑢́𝑛 𝑙𝑎 𝑝𝑜𝑙𝑖𝑐𝑖́𝑎, 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑎𝑛 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑛 𝐶𝑒́𝑠𝑎𝑟 𝐴𝑛𝑡𝑜𝑛𝑖𝑜 𝑆𝑜𝑙𝑖́𝑠 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑔𝑢𝑒𝑧 𝑦 𝐴𝑙𝑖𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑅𝑖́𝑜𝑠 𝑀𝑒𝑟𝑖𝑛𝑜. 𝐶𝑒́𝑠𝑎𝑟 𝐴𝑛𝑡𝑜𝑛𝑖𝑜 𝑝𝑟𝑖𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎, 𝑎𝑙 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑜𝑝𝑜𝑛𝑒𝑟𝑠𝑒, 𝑎 𝑀𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑖𝑡𝑎 𝑊𝑢𝑟𝑡𝑧 𝑑𝑒 𝐾𝑒𝑙𝑙𝑒𝑟, 𝑚𝑎𝑑𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎𝑑𝑎. 𝐴𝑙𝑖𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑅𝑖́𝑜𝑠 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑏𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑡𝑜𝑟𝑐𝑒 𝑚𝑖𝑙𝑙𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑎𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑙𝑎𝑔𝑖𝑎𝑑𝑎…].
César Antonio Solís según esta información es quien dispara sobre la señora Wurtz ¿de dónde saca Adela su información? ¿las calumnias son fuentes históricas? No interesa la verdad, interesa generar un clima de desconfianza, sembrado desde una perspectiva policiaca en donde calumnia sin ofrecer pruebas tratando burdamente de manchar la memoria de una militante, Alicia de los Ríos que, suponiendo sin conceder, fuera cierto que Alicia y no Cesar Vidal hubieran privado de la vida a la señora Wurtz, parecen lágrimas de cocodrilo para “mediar” entre la calumnia, el invento y la mentira
Más adelante Cedillo señala
“𝐸𝑛 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑠𝑜𝑚𝑒𝑡𝑒𝑟 𝑎 𝐴𝑙𝑖𝑐𝑖𝑎 𝑎 𝑢𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑒𝑠𝑜 𝑙𝑒𝑔𝑎𝑙, 𝑒𝑙 𝑔𝑜𝑏𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑜𝑝𝑡𝑜́ 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑜𝑟𝑡𝑢𝑟𝑎𝑟𝑙𝑎 𝑦 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟𝑙𝑎. 𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑟𝑒𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑜́ 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑗𝑢𝑠𝑡𝑖𝑐𝑖𝑎: 𝑓𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑒𝑡𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜. 𝑆𝑜́𝑙𝑜 𝑠𝑖 𝑠𝑒 𝑜𝑏𝑠𝑒𝑟𝑣𝑎 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑒𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎, 𝑖́𝑛𝑓𝑖𝑚𝑎 𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑖𝑛𝑐𝑎𝑛𝑡𝑒, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑚𝑎𝑔𝑛𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑟𝑎𝑧𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑎𝑔𝑎𝑛𝑑𝑖́𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎𝑠, 𝑠𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒́ 𝑙𝑎 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑒𝑑𝑎𝑑 𝑚𝑒𝑥𝑖𝑐𝑎𝑛𝑎 𝑓𝑢𝑒 𝑖𝑛𝑑𝑖𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑖𝑛𝑠𝑢𝑟𝑔𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎. 𝐸𝑙 𝑔𝑜𝑏𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜 𝑙𝑜𝑔𝑟𝑜́ 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑒𝑛𝑐𝑒𝑟 𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑔𝑢𝑒𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑚𝑒𝑟𝑒𝑐𝑖́𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑏𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑎𝑙𝑡𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑧 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑎𝑙.”
En pocas palabras Adela, lo que hubiera querido es que el Mecanismo de Esclarecimiento Histórico hubiera investigado a los grupos guerrilleros, y que deberían pedirse las condenas jurídicas que en derecho correspondan, en pocas palabras de haber estado ella en el Mecanismo hubiera representado la voz de la policía.
Adela trata de mediar y pide, reclama, critica que los “crímenes de la guerrilla” ni fueron investigados tal y como ella con furibunda pasión se ha dedicado y acusa al Mecanismo de Esclarecimiento Histórico que le faltó señalar que los “guerrilleros” cometieron crímenes que debieron ser juzgados
Adela Cedillo no es intérprete de ninguna memoria colectiva. Su relato —más que un esfuerzo esclarecedor— es una operación de reducción, juicio e instrumentalización policiaca.
Su insistencia en señalar, juzgar y condenar moralmente a quienes se alzaron en armas —muchas veces como último recurso frente a un régimen autoritario— revela su intención: desviar el centro de gravedad del esclarecimiento, alejándolo de los crímenes de Estado para colocarlo sobre las víctimas.
En derecho, eso significaría pedir condenas jurídicas y morales contra quienes resistieron, y no contra quienes torturaron, desaparecieron y asesinaron desde el aparato estatal.
Busca imponer una narrativa que absuelva al Estado y condene a quienes lucharon contra él. Eso no es esclarecimiento. Es una traición a la memoria y una trampa ideológica disfrazada de rigor académico.
Una mujer ataca de manera artera a Alicia de los Ríos, la revolucionaria, una mujer destacada por su lucha, su historia, su ejemplo y no se puede denunciar nada de esta operación porque entonces es uno el acusado de violencia
Si de guerra sucia se trata, lo único verdaderamente sucio es su relato.
Cedillo. A; Enero 2025, Ni esclarecimiento ni reparación visible en https://nuevositio.nexos.com.mx/?p=83028
Este texto está escrito por un ex militante de la LIGA que no era dirigente teórico y tampoco era diligente organizativo, solo un militante de base
Este texto desde luego no compromete a los que ya no están y mucho menos a los que sí están pero se quedan callados
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