



El Altar del Ruido X: La Tumbada como Religión del Estado Fallido
Por Cuauhtémoc Villegas | Crónica para Data2
Hay canciones que se escuchan como plegarias; otras como sentencias. La tumbada, en México, ha mutado en una nueva religión: nihilista, pragmática, narcisista. No pide redención, exige respeto. No espera el cielo: exige cash. Y como toda religión dominante, tiene su clero, sus templos y su patrocinador: el Estado.
Cuando el gobierno impulsaba la cultura: la memoria del rock censurado
Durante los años 60 y 70, el Estado mexicano criminalizó al rock. El festival de Avándaro fue satanizado como un ritual de degeneración juvenil. Bandas como Peace and Love, El Ritual o Three Souls in My Mind fueron marginadas, sus tocadas perseguidas, sus grabaciones prohibidas en la radio pública. Gobernación y Televisa bloquearon todo lo que oliera a rebeldía juvenil anglosajona. El Estado temía que la juventud pensara, dudara, se organizara.
Las leyes eran claras: bajo el mandato de la Ley Federal de Radio y Televisión (1973), cualquier contenido que “alterara la moral pública o fomentara la desobediencia civil” podía ser censurado. En nombre del orden, el arte fue mutilado.
Hoy: del garrote a la beca
Ese mismo Estado, hoy, premia la apología del crimen. La tumbada no solo no es censurada, sino que es reproducida por cuerpos policiacos, en cárceles, en plazas públicas, e incluso patrocinada.
El festival “Arre HSBC” en 2023, donde participaron exponentes de tumbada como Peso Pluma y Junior H, fue anunciado en canales oficiales y promocionado por instancias del gobierno capitalino. En Aguascalientes, la Feria de San Marcos incluyó tumbadas en el programa de eventos públicos, con recursos estatales. Cientos de miles de pesos en logística, escenarios, policías y promoción fueron canalizados para celebrar letras que glorifican el asesinato, la traición, el narco.
Cifras que incomodan
- Entre 2022 y 2024, los festivales de música regional urbana (incluyendo tumbadas) crecieron un 48% en aforo y 63% en gasto gubernamental directo, según registros del Sistema de Contrataciones Abiertas (CompraNet).
- En 2023, más de 1.3 millones de personas asistieron a eventos gratuitos o subsidiados con tumbadas en espacios públicos de Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Aguascalientes.
- La SEGOB no ha emitido ningún criterio de censura ni restricción a pesar de que la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público (1992) aún impide promover mensajes violentos desde púlpitos religiosos, pero no desde escenarios musicales.
¿Por qué no censuran la tumbada?
Porque no representa una amenaza al poder, sino su reflejo. La tumbada encarna el orden narco-policial, reproduce el machismo institucional, glorifica al sicario como figura de éxito. Es propaganda de la derrota cultural.
Mientras el rock hablaba de libertad, la tumbada exige sumisión. Mientras el punk cuestionaba, la tumbada se arrodilla ante la Santa Muerte con billetes falsos. Mientras el rap de resistencia educaba, la tumbada calla y presume.
México: Estado secular de la Tumbada
Hoy, los adolescentes mexicanos no le rezan a Dios ni creen en la Constitución. Le cantan a la corta y creen en el corrido.
En las cárceles, los reclusos despiertan con tumbadas a las 5 a.m. porque la policía las pone. En las patrullas, la tumbada suena mientras los oficiales vigilan. En los barrios, un niño se sabe antes la discografía de Fuerza Regida que el himno nacional.
No es casualidad. Es doctrina.
Cuauhtémoc Villegas es autor de “El Juego de los Sietes” y columnista de Data2. Esta es la décima entrega de la serie “El Altar del Ruido”, un análisis del proceso de colonización mental y estética que vive México bajo el régimen de la tumbada.