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Religión y vida pública

León XIV y su desafío en 2026: nombrar 400 obispos

Foto: Cuauhtémoc Villegas Durán/Objetivo7fotógrafos.

Sedes clave como Ciudad de México, Guadalajara, Chicago y Miami, entre las que León XIV debe dotar de nuevos obispos próximamente.

Un grupo de cardenales camina rumbo a sus asientos en la Plaza de San Pedro, Roma, durante la misa de inicio de pontificado de León XIV, 19 de mayo de 2025. Imagen de Mazur/cbcew.org.uk @ www.flickr.com/photos/27340278@N03/54529295581

México, Estados Unidos, Brasil e Italia están entre los países con el mayor número de obispos por nombrar en el futuro.

Aunque Francisco renovó los episcopados de Argentina y Chile, mantuvo obispos mayores de 75 en sedes relevantes de México y Estados Unidos, lo que creó un retraso que León XIV debe resolver.

Rodolfo Soriano-Núñez/Los Ángeles Press

La semana pasada, el papa León XIV resolvió uno de los misterios de la Iglesia Católica: el futuro de la arquidiócesis de Nueva York. En lugar de premiar a un posible sucesor cercano al ahora emérito cardenal Timothy Dolan, León XIV nombró a Ronald Hicks, antiguo auxiliar de Chicago, su ciudad natal.

Al hacerlo, Robert Prevost designó a alguien que refleja en más de un aspecto su propia biografía. Como Prevost, Hicks pasó un tiempo fuera de Estados Unidos: un año en México y cinco más en El Salvador, lo que le permite hablar un español claro cuando es necesario, sin necesidad de un diccionario o un celular a la mano.

Como hizo Prevost en Perú, Hicks no pasó su tiempo en las zonas más exclusivas de Ciudad de México o San Salvador; lo hizo ensuciándose los zapatos en zonas marginadas de ambos países. Al igual que Prevost, su mandato como obispo lo celebran sus antiguos fieles como una mutua experiencia enriquecedora.

Sin embargo, incluso después de haber superado ese reto, la Iglesia Católica en Estados Unidos y en otros países vive una crisis silenciosa. Los nombramientos de nuevos obispos están lejos de ser lo que eran hace 30 o 40 años, como probó el nombramiento de Hicks, generan tensión, estrés. Ello no es responsabilidad exclusiva de Prevost, pero al menos en los últimos tres años él formó parte del proceso a escala global.

Conviene recordar que el papa Francisco llevó a Robert Prevost a Roma en enero de 2023 para que se convirtiera en un actor clave en el nombramiento de obispos como prefecto del Dicasterio para los Obispos, la oficina de la Curia Romana que examina a la mayoría de los obispos católicos en todo el mundo.

En ese sentido, Prevost no fue un personaje secundario en los nombramientos de Francisco. Algunos incluso le atribuyen su participación directa en la decisión del papa Francisco de nombrar, el 6 de enero de 2025, al entonces obispo de San Diego, el cardenal Robert Walter McElroy, arzobispo de Washington, D. C., para preparar el terreno para la investidura de Donald Trump unas semanas después.

En algunos casos, es evidente que Francisco enfrentó situaciones difíciles con poco o ningún margen de maniobra debido a las diferencias con los gobiernos de países que requerían dichos nombramientos.

Basta recordar cómo Francisco nombró al cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo administrador apostólico de Caracas en 2018, cuando Porras estaba a punto de cumplir 74 años, y mientras aún era arzobispo de Mérida, Venezuela.

Porras Cardozo obtuvo el cargo luego de que el cardenal Jorge Liberato Urosa Savino, un crítico del régimen de Nicolás Maduro, se retiró un mes antes de cumplir 76 en un contexto en que era improbable una sucesión tersa, pues el desastroso Concordato de 1964, ratificado en 1994, da al presidente derecho de notificación y veto sobre el nombramiento de obispos.

Al nombrar a Porras Cardozo como administrador apostólico fue una decisión táctica para usar una laguna en el Concordato y evitar el veto de Maduro un año después de que la Santa Sede terminó su mediación en la crisis en Venezuela. En la conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Egipto en abril de 2017, Francisco explicó que la mediación había terminado por la indisposición de Maduro de cumplir acuerdos.

Al final, Porras Cardozo cumplió con ambos cargos (Mérida y Caracas) y, en 2023, cuando ya tenía 78 años, Francisco le nombró arzobispo de Caracas, para renunciar en 2024 a la “tierna” edad de 79, cuando Francisco nombró a Raúl Biord Castillo en agosto de 2024.

Ejemplos similares surgen en toda la geografía católica, a medida que la Iglesia se enfrenta a la realidad de contextos políticos difíciles, como el de Cuba, el cisne negro de este texto, o Nicaragua, y algunos otros países.

Sin embargo, dado que ni México ni Estados Unidos pueden compararse, al menos aún no, con Venezuela en cuanto a las dificultades para nombrar obispos en el contexto de regímenes autoritarios y populistas, la clave para León XIV es la escasez de candidatos a obispos, lo que en el deporte se llama una “banca débil”.

El cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de México preside una misa en la Catedral Primada, 24 de marzo de 2024. De las redes sociales de su arquidiócesis.

Si se hace a un lado a Estados Unidos, el ejemplo perfecto de una banca débil es México, donde las mayores arquidiócesis, Ciudad de México y Guadalajara, tienen a la cabeza a los cardenales Carlos Aguiar Retes y José Francisco Robles Ortega, a pesar de que ambos ya superan ampliamente los 75 años.

Finalmente, además de la interferencia política y las “bancas débiles”, está la cuestión de cómo la crisis de abusos sexuales del clero obliga ahora a los nuncios y otros funcionarios del Vaticano en el Dicasterio para los Obispos y en el Dicasterio para la Evangelización a llevar a cabo procesos de investigación más exhaustivos y sistemáticos.

Un aspecto clave del nombramiento de nuevos obispos en los últimos diez años aproximadamente ha sido evitar el efecto “sorpresa” de promover a obispo a alguien con “esqueletos en el clóset” o nombrar a alguien que, por la razón que sea, no estará dispuesto a reconocer la nueva realidad de una mayor vigilancia y crítica a la Iglesia Católica por la crisis de abuso sexual del clero.

Basta ver lo que pasó recientemente en Juli, Perú, donde Ciro Quispe López, el ahora obispo emérito, dejó el cargo después de que los medios locales publicaran detalles de su promiscuidad con al menos diez mujeres en su propia diócesis, como lo señaló el texto enlazado arriba hace unas semanas en su sección “Doble rasero”.

Un ejemplo de obispos en problemas por su incapacidad para desempeñar sus funciones anteriores es la reacción que enfrenta ahora el obispo español Pedro Aguado Cuesta después de su mala gestión de los casos de abuso sexual del clero en México (ver el texto vinculado a continuación).

Aunque en este momento es imposible ofrecer una evaluación inequívoca de la cuestión, la limitada evidencia disponible apunta a que una combinación de estos tres factores explica la situación actual de León XIV y de la Iglesia Católica.

La entrega de esta semana de la serie analiza los datos disponibles de 46 países para ver dónde Robert Prevost debe poner especial atención al ejercer lo que ahora es su responsabilidad exclusiva: nombrar nuevos obispos católicos.

Como se integró, la muestra concentra poco más del 70 por ciento de las diócesis católicas (2,159 de 3,041) y más del 80 por ciento de los católicos del mundo. Incluso si sólo se consideraran los datos de cuatro de los 46 países (Brasil, Estados Unidos, México e Italia), esto representaría el 40 por ciento de las diócesis que necesitan, ahora o en un futuro próximo, que Roma envíe un obispo.

Una crisis de tijeras

La base de datos revela una crisis de tijera, un proceso marcado por dos “cuchillas”. Una, por el lado de la demanda, el número de obispos que la Iglesia Católica necesita nombrar para reemplazar a los prelados actuales, y, la otra, la de la oferta, o los posibles candidatos a obispo.

La demanda se enmarca en un contexto en que el escrutinio y el riesgo político son mayores que nunca para la Iglesia Católica. A diferencia de otros grupos, las organizaciones religiosas necesitan líderes creíbles y coherentes, personas capaces de encarnar sus valores y creencias.

El alto escrutinio derivado de la crisis de abusos sexuales y el alto riesgo político hacen que nombrar a un obispo sea más complejo que hace 20 o 30 años. Esta realidad hace necesarios obispos más articulados, capaces de adaptarse a las nuevas realidades.

La hoja del lado de la oferta recuerda al sistema de fuerzas básicas de un equipo de futbol profesional, está referida a cuántos presbíteros o sacerdotes pueden convertirse en obispos en los contextos descritos por la hoja de la demanda.

Hay casos en que un sacerdote relativamente mayor se convierte en obispo, incluso arzobispo, como Carlos Castillo Mattasoglio en Lima, Perú, en 2019, sin haber sido auxiliar en una sede mayor o titular de una diócesis, pero el camino que suele llevar a una sede mayor pasa, como con Ronald Hicks, por un período como vicario episcopal u obispo auxiliar en una sede mayor, luego un período como cabeza de una diócesis pequeña o mediana para finalizar con un nombramiento como arzobispo.

El camino de Hicks hacia la ciudad de Nueva York fue similar al que siguió Francisco cuando cimentó su legado en su antigua diócesis de Buenos Aires. Ahí nombró a Jorge Ignacio García Cuerva como arzobispo de Buenos Aires en 2023. Llegó ahí luego de ser auxiliar de Lomas de Zamora (2017) y cuatro años al frente de Río Gallegos. Sólo entonces Francisco lo nombró para la capital argentina.

Jorge Ignacio García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, durante una visita al papa Francisco en Roma, 18 de agosto de 2024. De las redes sociales de García Cuerva.

Un cambio clave e importante en el lado de la demanda del proceso es la necesidad de procesos de investigación más efectivos y exhaustivos, como lo prueban los casos de Quispe López en Juli, Perú, y Aguado Cuesta, antiguo superior de los escolapios y actual obispo de Huesca y Jaca, España.

Ambos pasaron por procesos de investigación que, en teoría, indagaron aspectos clave de su comportamiento personal (Quispe López) e institucional (Aguado Cuesta). Lo que su situación actual revela es que algo falló en esos procesos.

A veces, los obstáculos para el nombramiento de un nuevo obispo provienen de las fricciones políticas en cada país, como prueba el caso ya referido de Caracas. Otro ejemplo es cómo, durante las últimas semanas de su pontificado, Francisco envió al obispo McElroy de San Diego a Washington, D.C., para tener una voz más proactiva allí, capaz de afrontar la tormenta generada por Donald Trump.

Si uno obvia esos casos, lo cierto es que el número de sacerdotes dispuestos o capaces de superar la investigación para ser obispo decrece. Incluso obispos ya investigados y con experiencia deciden que el puesto no es para ellos.

Este fue el caso del alemán Gregor Maria Franz Hanke, quien recientemente, después de aproximadamente 20 años como obispo de Eichstätt, decidió dimitir cuando aceptó que no estaba dispuesto a afrontar las peticiones de transparencia y rendición de cuentas derivadas del Synodale Weg, el camino sinodal, tal como lo practica la Iglesia Católica alemana.

Para ser eficaces, las tijeras deben cortar papel o tela. En Cuba, el caso más extremo, las hojas se han abierto tanto que no pueden cortar, por lo que el sistema parece haber colapsado pues 72 por ciento de los obispos son mayores de 75 años o están a punto serlo, en otras palabras, están en tiempo extra.

Algo similar, aunque menos dramático, ocurre en México y Estados Unidos. En ambos países, el problema no reside en las dificultades para nombrar obispos en un contexto político como el de Cuba, donde hay menos sacerdotes locales y pocas o ninguna posibilidad de nombrar obispos extranjeros.

En México, el remedio ha sido mantener a los veteranos en sus posiciones en tiempo extra en la Ciudad de México y Guadalajara (Aguiar Retes y Robles Ortega), mientras que en Estados Unidos, antes del nombramiento de Hicks, la solución fue mover a un líder probado como McElroy de San Diego a la capital.

La realidad estadística: varios mundos, una Iglesia

Los datos se basan en una medida de “impacto de la transición”. Esta medida es el porcentaje de diócesis territoriales (TD) actualmente en transición (vacantes + próximos a jubilarse). Todos los datos se obtuvieron de Catholic-Hierarchy.org, que sistematiza datos oficiales de la Santa Sede, provenientes del Acta Apostolicae Sedis y otras fuentes oficiales del Vaticano.

Sólo incluye a obispos de diócesis territoriales. Se excluyeron todos los obispos que sirven en la Curia Vaticana o en el servicio diplomático (nunciaturas).

Esto es relevante porque Catholic-Hierarchy.org incluye en su recuento de obispos próximos a la jubilación a todos los prelados, incluidos los de la Curia Romana y los que ejercen como nuncios. El problema es que, por ejemplo, el cardenal Christophe Pierre, actual nuncio en Estados Unidos, aparece en las listas de obispos próximos a la edad de jubilación de Haití, Uganda, México, Estados Unidos (los países donde ha sido nuncio) y su Francia natal.

Es necesario eliminarlos también porque su inclusión sesgaría artificialmente las cifras de países como Italia y España. Ambos tienen un número alto de obispos en Roma, pero no desempeñan algún papel en las diócesis de sus países.

Las eparquías y otras entidades de las llamadas Iglesias Orientales fueron generalmente excluidas (por ejemplo, en México, Argentina, Estados Unidos y Australia) bajo la premisa de que, incluso si son vitales y activas, a menudo no funcionan como ramas separadas en la práctica, ya que ya no son una especie de santuario para las poblaciones migrantes y marginadas.

Los papas Francisco (2013) y León XIV (2025). Imágenes de Mazur/cbcew.org.uk @ www.flickr.com/photos/catholicism/

Los antiguos fieles de la eparquía se han integrado en gran medida a la población general, lo que hace que sus estructuras sean menos representativas del panorama nacional. La excepción, en lo que respecta a la muestra, es la India. Se incluyen las eparquías sirio-malabar y sirio-malankar por ser nativas de India, por su autonomía funcional y su presencia demográfica. También porque sus fieles no transitan entre ritos o hacia diócesis de rito latino.

La base de datos rastrea 46 países y poco menos de 2,200 jurisdicciones. La atención se centra en las jubilaciones cerca de los 75 años y las sedes vacantes, como estaban al viernes 18 de diciembre de 2025. Se han hecho nombramientos desde entonces, pero los datos permanecen sin cambios.

Al día siguiente, León XIV aceptó la renuncia de Gerald Michael Barbarito como obispo de Palm Beach, Estados Unidos y Manuel de Jesús Rodríguez obtuvo la sede. También nombró a Peter Dai Bui obispo auxiliar de Phoenix, Arizona, así como a Charles Phillip Richard Moth para arzobispo de Westminster, Reino Unido, en sustitución del cardenal Vincent Gerard Nichols.

El 23 de diciembre, León XIV nombró a un obispo en Jasikan, Ghana y nombró otro al tiempo que creaba la diócesis de Caia en Mozambique. Hasta donde ha sido posible consultarlo en el registro público, no se han realizado otros nombramientos hasta el domingo 28 de diciembre de 2025.

¿Qué es un valor Z?

Para comprender los valores Z, puede ser útil considerarlos como la “lectura” de un termómetro durante una fiebre. Es una medida de la gravedad de una situación. En este caso, el valor Z mide cuántos “nombramientos pendientes” enfrenta un país en los próximos años, según la definición de Catholic-Hierarchy.org de “Obispos cerca del límite de edad”, es decir, 75 años.

En términos llanos, un valor Z indica cuán inusual es la situación de un país en comparación con el resto. Cuanto mayor sea el valor Z, más excepcional (y, por lo general, más problemática) es la situación:

  • Un valor Z de 0 significa que el país está exactamente en la media global.
  • Un valor Z positivo significa que el país es menos estable o tiene más estrés administrativo que el promedio.
  • Un valor Z negativo significa que el país es más estable o tiene menos estrés administrativo que el promedio.

El estrés se calculó mediante valores Z en dos escenarios: con y sin Cuba. Esto se debe a que la nación caribeña es un caso atípico extremo, un auténtico cisne negro con un impacto del 72.7 por ciento, por lo que su inclusión o exclusión influye significativamente en la interpretación de los datos.

La razón por la que se identifica a Cuba como un colapso sistémico total, el proverbial cisne negro, es porque de once diócesis ocho obispos ya superan los 75, dos de ellos los 80, y una diócesis más (Ciego de Ávila) permanece vacante, sin obispo, desde 2022.

Dada la naturaleza extrema de lo que sucede en Cuba, especialmente cuando se trata de cuestiones religiosas, la siguiente tabla incluye el valor Z de los 46 países cuando Cuba está en la muestra y de los demás sin Cuba en la muestra.

Sin Cuba, México se presenta como un caso atípico, seguido de Estados Unidos. Otros países, como Suiza, se presentan como casos atípicos, pero su tamaño relativo los hace menos relevantes para el análisis. La base de datos completa con todos los datos está disponible en Scribd como libro de Excel o archivo PDF aquí. Se ha añadido una columna con un comentario sobre cada país.

Si el análisis se trasladara a los porcentajes (primera columna de la tabla a continuación), un país pequeño con dos diócesis y una vacante se vería “peor” (impacto del 50 por ciento) que Estados Unidos con 180 diócesis y 40 vacantes (impacto del 22 por ciento).

El valor Z corrige este “ruido”. Mide la intensidad de la anomalía. Permite comparar el colapso estructural en Cuba con la crisis impulsada por el volumen en México, en una escala única y unificada de “estrés institucional”.

La tabla posterior a este párrafo muestra dos valores Z en columnas separadas. El valor de 72.73 para Cuba coloca a este país en la situación casi imposible de 4.23 veces la desviación estándar de la muestra. Normalmente, la mayoría de los casos de cualquier muestra (99 por ciento) son menores a ese valor extremo. Excluir a Cuba permite comprender mejor lo que sucede en otras partes del mundo.

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Una nota de precaución

Por muy útiles que sean las métricas, es necesario ser extremadamente cuidadoso al interpretar cada caso. Un ejemplo perfecto es el de Nicaragua. Aunque las cifras no muestran mayor estrés, cuatro obispos nicaragüenses ha sido expulsados de su país. Al no haber acusaciones en su contra, aparecen al frente de sus diócesis en Catholic-Hierarchy.org, pero la realidad del régimen de Daniel Ortega es que difícilmente regresaran a Nicaragua en un futuro próximo.

Si se busca comprender realmente lo que sucede en Nicaragua hoy en día, el valor Z puro no basta. Para lograrlo, habría que sumar a esos cuatro obispos exiliados al recuento de estrés. Al hacerlo, el valor Z de Nicaragua sufre un cambio catastrófico.

Al contabilizar como vacantes funcionales a los cuatro obispos exiliados, que permanecen en el cargo en teoría, pero se les prohíbe el acceso a sus catedrales, el impacto de la transición en Nicaragua aumenta del 33 a casi el 78 por ciento. Desde esta perspectiva, Nicaragua se une a Cuba como un segundo cisne negro, lo que representa un colapso sistémico total donde el gobierno ha decapitado efectivamente a la jerarquía católica sin que Roma pueda responder.

Además, el valor Z negativo (-0,76) en Brasil sugiere un “gigante institucional” que supera a México, Estados Unidos, Francia y la mayoría de los países de la muestra. Sin embargo, es probable que esto sea un espejismo estadístico.

A diferencia de los entornos de alto escrutinio de Estados Unidos, Francia, Argentina e incluso México, Brasil se beneficia actualmente de un relativo silencio de la Iglesia Católica y los medios locales respecto a la crisis de abusos sexuales. Hasta abril de 2024, Brasil carecía de un organismo para prevenir el abuso sexual del clero, como lo demostró entonces el texto enlazado a continuación.

Comisiones para prevenir el abuso sexual en América Latina, un reporte

Investigaciones

Comisiones para prevenir el abuso sexual en América Latina, un reporte

El relativamente nuevo Serviço Nacional de Proteção tiene poderes consultivos más bien limitados, de modo que la carga de la denuncia de casos específicos sigue en manos de cada diócesis brasileña. No debe sorprender que los medios medios locales y defensores critiquen la respuesta de sus obispos pues perciben a su país con un retraso de al menos 20 años respecto de otras naciones de América Latina como Chile.

Prueba de ello es que el primer libro importante sobre algunos de los muchos casos ocultos de abuso sexual por clérigos en Brasil vio la luz recién en 2023 (Pedofilia na Igreja : um Dossiê Inédito Sobre Casos de Abusos Envolvendo Padres Católicos no Brasil), casi 30 años después de que las acusaciones contra Marcial Maciel resurgieran en Estados Unidos que obligaron a medios de México a escribir sobre el líder de la Legión de Cristo.

Incluso hoy, algunos de los informes más devastadores sobre abusos en Brasil provienen de los medios en francés de Quebec, Canadá, y no de los medios brasileños, como lo prueba el video enlazado después de este párrafo.

Audio en francés, subtítulos en español desde el Panel de control de YouTube.

E incluso la campaña legal para prevenir que ocurran abusos ha sido encabezada por sobrevivientes con ciudadanía canadiense enviados a Brasil por sus padres en algún momento de sus vidas, como prueba ese reportaje de Radio Canadá.

Al considerar el tamaño de la Iglesia Católica en Brasil, una estimación sobre el número de potenciales víctimas de abuso sexual por parte del clero a partir del algoritmo desarrollado por el Reporte Sauvé de Francia permite fijar un rango de un mínimo de 22,601 víctimas a casi 56,955 casos en Brasil.

Es mayor que los rangos para México o Argentina al utilizar el mismo algoritmo del Reporte Sauvé. Argentina tiene un rango de 6,775 a 17,072 casos, y México, de 15,845 a 39,930, como lo probó en su momento el texto a continuación.

En ese artículo, que sigue los datos del Reporte Sauvé, se partió del supuesto de que un mínimo del tres por ciento del clero masculino (sacerdotes y hermanos) de todas las diócesis son depredadores, y que cada depredador tiene un mínimo de 25 y un promedio máximo de 63 víctimas.

Otros posibles “espejismos estadísticos” son España, Polonia, Portugal y Austria. En España, Rafael Zornoza Boy, ahora obispo emérito de Cádiz, renunció a la diócesis a los 76 años en medio del primer escándalo de abusos sexuales por parte del clero, que involucraba a quien, cuando el escándalo estalló era un obispo en funciones en ese país. El texto enlazado a continuación detalló ese caso en la sección “Un parteaguas en España.

Como se afirma allí, no está claro por qué el Vaticano le permitió permanecer hasta los 76 años. Es posible que Roma le permitiera ejercer el cargo hasta que estallara el escándalo para enviar un mensaje al episcopado español. Es una apuesta sin riesgo pues sus delitos han prescrito gracias al generoso plazo de prescripción en España, pero esto es sólo una hipótesis, ya que no hay transparencia en Cádiz, Madrid ni Roma al respecto.

A diferencia de sus colegas franceses y alemanes, los obispos en España han hecho todo lo posible para minimizar la magnitud de la crisis allí al apostar por la prescripción y por la amnesia colectiva en España.

Esto es más relevante, ya que en Cádiz, la Santa Sede sólo aceptó la renuncia de Zornoza Boy, pero sin nombrar un nuevo obispo. Actualmente, esta es una de las muchas sedes vacantes involucradas de alguna manera en la crisis de abusos sexuales del clero, y Ramón Darío Valdivia Jiménez, obispo auxiliar de Sevilla, sólo fue nombrado administrador apostólico. Más adelante, este texto presenta otros casos similares.

En Polonia hay al menos una decena de obispos bajo distintos tipos de investigaciones, la más notable, ya resuelta, la de Grzegorz Kaszak, quien renunció en 2023 tras un escándalo relacionado con una orgía con prostitutos en su casa.

Aunque Portugal siguió el ejemplo de Francia al encargar un informe sobre abusos sexuales, este se encuentra ahora “perdido” en la vastedad de la internet y no hay voluntad de recuperarlo, como tampoco de abordar las numerosas acusaciones contra sacerdotes allí. El texto enlazado después de este párrafo ofrece más detalles en la sección titulada “Historia de Lisboa”.

En Austria, los obispos no han estado dispuestos a seguir el ejemplo de sus pares alemanes al investigar las acusaciones en sus diócesis, pero ahora se han visto obligados a reconocer que, por primera vez en la historia contemporánea de Austria, los católicos ya no son la mayoría de la población, y que las pérdidas más notables ocurren entre los austriacos más jóvenes.

Finalmente, en cuanto a los métodos, exclusiones e inclusiones, es necesario ser extremadamente cuidadoso al comparar los datos de Nicaragua o Guatemala con los de Suiza y Bélgica. Si bien las cifras son similares, la situación es muy diferente, ya que ambos países europeos reconocen el agotamiento de sus modelos pastorales, con Bélgica como uno de los epicentros de la crisis de abusos sexuales, como demuestra el hecho de que una de las actividades más recientes de León XIV sobre este tema fue una reunión con sobrevivientes belgas en Roma, como se relata en el artículo enlazado a continuación.

Lo que se desprende de los datos

A partir del análisis de los datos, es posible ofrecer algunas ideas sobre los desafíos que marcarán, al menos durante los próximos dos o tres años, el pontificado de León XIV.

1. La necesidad de agilizar los nombramientos. Es consecuencia de que hay un “alto impacto de la transición” medido por valores Z. Esos valores se correlacionan con el fracaso o el estrés. Los valores más altos para la métrica de transición se concentran en unos pocos países, lo que indica un estrés significativo.

Cuba es un caso atípico extremo, con un impacto de transición máximo del 72.73 por ciento y el valor Z más elevado (4.23), lo que le otorga el singular estatus de cisne negro: un fracaso total. Sin embargo, como ya se explicó, lo mismo podría decirse de Nicaragua. Tanto Cuba como Nicaragua podrían describirse como una crisis derivada de las peculiaridades de la relación Estado-Iglesia.

Lo curioso es que, la situación en Cuba es el subproducto de una crisis que se remonta a los cuarenta del siglo pasado, cuando la antigua mayoría católica empezó a desagregarse en la isla, antes de que Fidel Castro asumiera el gobierno nacional. En Cuba, un estudio de 1954 titulado Encuesta nacional sobre sentimiento religioso del pueblo de Cuba probó que ya había evidencia de la erosión de la práctica religiosa, años antes de Castro.

Años después, en 1979, Margaret E. Crahan publicó su artículo fundacional “Salvation through Christ or Marx: Religion in Revolutionary Cuba” (“Salvación por medio de Cristo o de Marx: religión en la Cuba revolucionaria” contenido en inglés y detrás de un muro de pago) donde ofrece más evidencia de qué tan desigual era el acceso a los servicios religiosos católicos y a los sacerdotes dependiendo de dónde viviera alguna persona en la isla (p. 162).

Ella señala ahí cómo, en 1954, cerca del 54 por ciento de todos los sacerdotes católicos en Cuba se encontraban en la arquidiócesis de La Habana, fundamentalmente al servicio de las clases medias y altas en la urbe, lo que dejaba a la población rural prácticamente sin acceso a servicios religiosos.

El cardenal Miguel Obando Bravo recibe la presea que lo distingue como “prócer de la paz y la reconciliación” otorgada por la Asamblea Nacional de Nicaragua en una ceremonia oficial. La referencia completa en el texto.

Si bien fue Ortega quien lisió a la Iglesia Católica en Nicaragua al desterrar a cuatro obispos y expropiar propiedades, incluida la universidad más importante del país, la Universidad Centroamericana, Ortega sólo pudo hacerlo porque el ahora fallecido cardenal Miguel Obando y Bravo lo respaldó activa y repetidamente como candidato presidencial, como lo prueba el texto vinculado después de este párrafo, porque ofreció suprimir el aborto en el país.

En un intercambio que, a la vuelta de los años resulta paradójico por decir lo menos, el gobierno de Ortega colmó a Obando con todo tipo de distinciones y honores. Una de ellas fue la que le otorgó la Asamblea Nacional, ya bajo el control de Ortega, el 10 de marzo de 2016 al declararlo “prócer de la paz y la reconciliación”. De esa ocasión es la imagen que aparece antes de este párrafo, tomada del boletín de prensa de la Asamblea disponible aquí.

En ese sentido, si bien los cinco primeros países por impacto de la transición (Cuba, Suiza, Bélgica, Guatemala, Nicaragua) son idénticos a los cinco primeros según su valor Z, y todos ellos enfrentan desafíos significativos en los próximos años, es necesario evitar generalizaciones y prestar atención a las razones detrás de la crisis en cada país.

Guatemala es un caso especial también por la falta de datos demográficos actualizados, sobre religión o cualquier otro aspecto significativo de la vida pública. A diferencia de México o Chile, es imposible medir con precisión el verdadero alcance de la disminución del catolicismo en Guatemala.

El país pasó casi 20 años sin un censo, y los datos de 2018 son limitados y controvertidos. Si bien la mayoría de los observadores coinciden en que la proporción de católicos ha disminuido, aparejada a un rápido crecimiento evangélico, no existe una base de comparación fiable.

La falta de datos dificulta tanto a los jerarcas católicos como a los analistas evaluar el alcance de la crisis o planificar respuestas. Además, si bien el censo de 2018 ofrece la visión oficial más reciente de la afiliación religiosa, el ritmo de cambio desde entonces significa que incluso estos datos ya son obsoletos. Es difícil medir tanto la disminución del catolicismo como el auge de otros grupos.

2. La ventana de oportunidad. El impacto medio de la transición es de 19.34 por ciento, pero la desviación estándar de 12.63 sugiere una amplia varianza, impulsada principalmente por los países con elevados valores atípicos. La variación observada ofrece oportunidades a León XIV. Si sus nombramientos de obispos logran evitar escándalos, restaurar la confianza y abrir nuevas rutas a la relación laicos-jerarquía, hay esperanza, al menos en los países con los valores Z más bajos.

Algunos ejemplos son Panamá, Nueva Zelanda, Tanzania y Angola, que reportan un impacto de transición de cero y tienen el valor Z más bajo, de -1.53. Incluso Brasil podría incluirse en este perfil, siempre y cuando la conferencia nacional de obispos y las diócesis reconozcan la necesidad de gestionar los casos de abuso sexual que pudieran emerger en los próximos meses de manera transparente.

Es necesario ser cauteloso con los datos, pues son similares a los de Chile. El problema es que, quien haya prestado atención a la evolución de la crisis de abuso sexual por parte del clero debe saber que Chile es uno de sus epicentros. Está el legado de Fernando Karadima, el superdepredador chileno, comparable al mexicano Marcial Maciel o al estadounidense Theodore McCarrick.

Y peor pues, además de Karadima, hay un pequeño ejército de sacerdotes y exsacerdotes que evitan la cárcel o cualquier pena significativa por las limitaciones del sistema de justicia chileno, muy similar a los de cualquiera de América Latina.

Un ejemplo perfecto, aunque no el único, es el de Felipe Berríos, el sacerdote expulsado de la Compañía de Jesús, cuyo caso fue considerado en la sección “¿Damasco vía Chile?” del texto enlazado después de este párrafo.

Lamentablemente, después de la elección de José Antonio Kast como presidente, de Chile, una reforma que permita resolver las necesidades de las muchas víctimas de abuso sexual del clero parece poco probable, lo que hace suponer un daño duradero al prestigio y la reputación de la Iglesia Católica.

El cisne negro mexicano

Al eliminar a Cuba de la muestra y olvidar casos como Nicaragua, Brasil o Chile, queda el “pequeño cisne negro” de México. El caso mexicano es relevante por la relevancia de los nombramientos pendientes para las dos arquidiócesis más grandes del país, Ciudad de México y Guadalajara.

Guadalajara solía ser, al menos hasta finales del siglo XX, el invernadero de una parte considerable del episcopado mexicano. Los repetidos escándalos, tanto sexuales como administrativos, convirtieron a Monterrey en el nuevo centro formador de los obispos en México.

El papel de Guadalajara en la Iglesia Católica en México es más relevante ya que el seminario de la diócesis es el más grande del mundo católico, con 491 estudiantes registrados en 2022, según la cifra disponible más reciente e incluso si no tienen las mejores tasas de conversión de estudiantes a diáconos por lo menos, es difícil asumir que sería fácil nombrar un nuevo arzobispo sin pensar en el futuro del seminario allí.

Para dimensionar el “invernadero” tapatío basta contrastar sus 491 seminaristas con los centros de poder de otros países: es casi el doble del total de los seminarios de París (49), Madrid (115) y Toronto (45) sumados o los de Nueva York (33), Chicago (27), Bogotá (42), Buenos Aires (35), Lima (33) y Santiago de Chile (20) juntos. Los datos correspondientes a 2022 sobre el número de seminaristas están disponibles en las páginas de cada diócesis en GCatholic.org.

El hecho que José Francisco Robles Ortega siga al frente de la arquidiócesis revela la profundidad de la crisis. Más porque su mandato se ha visto empañado desde el principio por la renuencia del ahora arzobispo emérito y cardenal Juan Sandoval Íñiguez a permitir que Robles Ortega gestione la diócesis por su cuenta.

Al centro, con el báculo, el arzobispo y nuncio en México Joseph Spiteri. A la derecha, en una casulla dorada, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez. A la izquierda, también en casulla dorada, el cardenal José Francisco Robles Ortega, actual arzobispo de Guadalajara, 22 de septiembre de 2023. De las redes sociales del cardenal Robles Ortega.

Alucinación pandémica

Ya sea a través de videos difundidos en redes sociales o mediante testaferros en la diócesis, Sandoval Íñiguez se mantiene en el reflector, incluso al promover teorías de conspiración antivacunas por medio de videos durante la pandemia. Allí, regurgitó muchos de los argumentos más delirantes de la confluencia de los movimientos provida y antivacunas a escala global. Incluso culpó a Bill Gates de la pandemia. Aunque Sandoval Íñiguez esté a punto de cumplir 93 años, no hay garantía de cómo se comportaría si León XIV nombrara un nuevo arzobispo allí.

El problema en Guadalajara no ha sido sólo cómo lidiar con una vacante, sino cómo aplacar la sed de Sandoval Íñiguez de ser el centro de toda discusión, al grado que choca y critica abiertamente con Robles Ortega en los medios diocesanos y, cuando es imposible, en sus propias redes sociales.

Para entender que tan disruptiva es su conducta basta mirar el caso de Buenos Aires, donde el arzobispo emérito y cardenal Mario Aurelio Poli, evita al máximo la atención, mucho menos desafiar a Jorge Ignacio García Cuerva, a pesar de que García Cuerva no es cardenal.

En Guadalajara una de las razones por las que Benedicto XVI envió a Robles Ortega desde Monterrey fue porque ya era cardenal y no había necesidad de nombrar otro cardenal más en Guadalajara para evitar que Sandoval Íñiguez intentara usar su rango contra su sucesor en la arquidiócesis.

La Ciudad de México no es tan relevante en ese aspecto como Guadalajara y, en ese sentido, Norberto Rivera Carrera ha sido menos imprudente como emérito que Sandoval Íñiguez, quizá porque es blanco frecuente de otro tipo de escándalos, como el que surgió en 2025 por la compra de al menos dos departamentos de lujo en uno de los edificios más nuevos de alta gama de la Ciudad de México.

A diferencia de Rivera Carrera, Aguiar Retes evita los escándalos, pero el clero local se ha opuesto a sus reformas, e incluso enfrentó en 2025 una pequeña rebelión en la Universidad Pontificia de México, de la que es gran canciller. Logró sofocar la rebelión, pero el malestar entre el clero local sigue siendo una característica de su gestión en la capital del país, como lo documentó el texto enlazado después de este párrafo en la sección “Socavar la confianza”.

Y luego hay desarrollos inesperados como la muerte del arzobispo de Tijuana, una de las arquidiócesis mexicanas que no están dispuestas a cumplir con la petición minimalista hecha por el papa Francisco de crear una comisión para prevenir el abuso sexual del clero.

Si nos atenemos a lo que ocurrió en otra arquidiócesis mexicana, la de Tuxtla Gutiérrez, donde el nombramiento de un nuevo titular tuvo que esperar más de un año, de noviembre de 2023 a abril de 2025, en Tijuana ahora Roma sigue una ruta similar al evitar el nombramiento de un nuevo titular de la diócesis, y nombrar, en cambio, un administrador apostólico.

Un hilo conductor

El riesgo en Tijuana no es muy diferente de lo que ha ocurrido desde septiembre de 2023 en Steubenville, Ohio. Allí, el problema no fue la muerte de un obispo, sino la repentina renuncia de Jeffrey Marc Monforton, un prelado relativamente joven que, a sus 60 años, no se convirtió en jefe de una arquidiócesis, ni siquiera en arzobispo coadjutor, como ocurrió recientemente en Santo Domingo, República Dominicana, donde Carlos Tomás Morel Diplán, a sus 56 años, se convirtió en coadjutor, para disgusto de Francisco Ozoria Acosta. Monforton asumió como obispo auxiliar de Detroit.

Nadie sabe cuánto tiempo permanecerá vacante Steubenville, pero ya se habla de una “diócesis fantasma”, un lugar donde el caos administrativo y los escándalos han sido tan graves que una fusión planificada ha sido la única solución posible. El hecho es que la diócesis ha perdido fieles en las últimas cuatro décadas.

Si uno revisa los datos auto-reportados por la diócesis en Catholic-Hierarchy.org, los católicos ahí pasaron de un máximo de 57,600 (10.6 por ciento de la población total) a su mínimo actual de 28,339 y 5.9 por ciento de la población total en 13 condados de Ohio.

Sería imposible que Tijuana se fusionara, pues en 2007 perdió territorio para crear la diócesis de Ensenada, pero a diferencia de la relativa honestidad de los datos reportados por las diócesis estadounidenses al Vaticano, en México los datos reportados por diócesis como la de Tijuana son risibles como lo demuestra el texto enlazado a continuación en la sección “La comparación imposible”.

Ese texto prueba demuestra que, al analizar los datos reportados por la arquidiócesis de Tijuana a Roma, existe una enorme discrepancia entre lo dicho por esa jurisdicción (95 por ciento católicos) y lo que reporta el Censo Mexicano de 2020 (61.94 por ciento). Para ello, deben inventar de la nada a casi 1.4 millones de católicos que simplemente no existen en el censo mexicano, el cual, a diferencia del censo estadounidense, incluye una pregunta sobre religión.

Pero incluso si uno estuviera dispuesto a desestimar esa discrepancia, Tijuana ahora se ve afectada por un cisma en curso resumido en el texto enlazado después de este párrafo, en la sección “Postdata”.

Al menos en Tijuana, el posible nombramiento de un nuevo arzobispo se convierte en lo que en México suele describirse como una “rifa del tigre”, es decir, un proceso cuyo resultado parece atractivo, incluso tentador, pero que, en última instancia, está destinado al fracaso, una manzana envenenada.

La situación es tal que es imposible no preguntarse si realmente hay alguien dispuesto a asumir lo que parece un nombramiento arruinado desde el principio. Cabe preguntarse cuántos posibles candidatos deciden, antes de pasar por semejante ordalía, como ocurrió al obispo Hanke en Alemania, ser sólo sacerdote.

Lo que está claro es que algo anda mal en las “fuerzas básicas” de México, Estados Unidos y algunos de los países con los valores Z más altos de la tabla, y no hay una receta fácil para lidiar con esa realidad.

Hay un hilo conductor que une las diócesis ya consideradas de Cádiz, España; Juli, Perú; Steubenville, Estados Unidos; Tijuana, México, y la de Verdún, Francia, donde otro obispo renunció a su cargo en medio de un escándalo, por lo que Roma optó por mantener vacante la sede y nombrar un administrador apostólico, como narra el texto enlazado a continuación.

El doble rasero en materia de abuso ¿presagio del papado de León XIV?

León XIV es actualmente un bombero. Incluso si su apuesta por la llegada de Hicks a Nueva York y otros nombramientos recientes de obispos migrantes o hijos de migrantes en Estados Unidos tuvieran éxito, la magnitud de los nombramientos pendientes, tanto en su país de origen como en México, hablan de una tarea abrumadora. Además de Guadalajara y Ciudad de México también debe resolver Chicago y Miami, y Los Ángeles está a punto de unirse a la lista.

Como bombero, el papa Prevost debería ser consciente de que la estabilidad en una hoja de cálculo podría ser engañosa y encubrir una posible crisis institucional.

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Un resumen de este texto está disponible en audio después de este párrafo.

Nota de producción: El texto del resumen, como el principal, fueron escritos y editados sólo por el autor. La grabación de la lectura del audio se hizo con una herramienta de texto-a-habla de alta calidad (Voicertool). La IA se usó sólo para generar la voz y no para la creación del contenido.

Las banderas de México y Estados Unidos en la Plaza de San Pedro, Roma, antes de la misa de inicio de pontificado de León XIV, 19 de mayo, 2025. Fotografía de Mazur/cbcew.org.uk @ www.flickr.com/photos/catholicism/54528415987/in/photostream/

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