



Análisis/Jorge Hernández
Cuando supe de este libro y de su contenido (a modo de ensayo), me dieron muchisimas ganas de leerlo. También estaba consciente del trasfondo del mismo, y de lo que posiblemente implicaba, pero no quiero abordar este punto ahora.
De vez en cuando lo buscaba en Amazon, y dudaba de adquirirlo, y no por el precio sino por la repercusión que pudiera tener en mí. En el 2024 me pasó algo similar con “La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han, causandome un bloqueo lector de varios meses y no quería repetirlo.
Pero al final, lo adquirí, y si, casi de inmediato lo comencé a leer.
Cuando hablamos de Hipnocracia hace falta detallar etimológicamente en su significado, Hypnos = Sueño, Cracia = Poder, es decir: “El poder ejercido a través del sueño”. Bajo este preámbulo, el autor nos introduce a un nuevo paradigma, a un régimen que se está gestando ahora mismo y del que somos regidos, y del que sin duda, no podemos darnos cuenta.
Cito:
La Hipnogracia es el primer régimen que opera directamente sobre la conciencia. No controla los cuerpos. No reprime los pensamientos. Más bien, induce un estado alterado permanente de conciencia. Un sueño lúcido. Un trance funcional. La vigilia ha sido sustituida por el sueño. La realidad por la sugestión continua.
El pensamiento crítico se adormece suavemente y la percepción se remodela, capa a capa. Existimos en un estado de hipnosis permanente, en el que la conciencia se embota pero nunca se aquieta del todo.
La economía de plataformas, por tanto, es una economía de trance. Más revelaciones: Uber no vende viajes, vende el sueño de la iniciativa empresarial independiente. Airbnb no alquila casas, sino fantasías de vida alternativa. Amazon no entrega productos, distribuye microdosis de satisfacción dopaminérgica.
La inteligencia artificial no emula la inteligencia, perfecciona las técnicas de inducción hipnótica.
La hipnocracia es, pues, la forma perfecta del capitalismo en la era digital: un sistema en el que el poder económico, político y tecnológico convergen en la capacidad de inducir, mantener y modular estados alterados de conciencia a escala mundial.
Bajo esta premisa, el autor dialoga con nosotros para hacernos visibles estos controles, por que llenamos y llenamos facebook y otras redes socales de nosotros, de vidas alternas, de una ilusión que al paso se ha convertido en simulación y de la que posiblemente, no haya cura.
Y llegado a este punto, ¿Cuál sería la prueba más latente de la hipnocracia?. La respuesta te sorprenderá.
Vale la pena que consideren este libro, su polémica tiene mérito, y creo, sin temor a equivocarme, que en los próximos meses y años habrá movimientos inspirados en esto.