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Por Cuauhtémoc Villegas Durán
Especial para Data2

En el corazón de la tierra del vino y el acero, donde las élites empresariales han sabido cultivar relaciones tan lucrativas como discretas, emergió durante el sexenio de Carlos Lozano de la Torre un personaje que pronto se volvería clave en el nuevo entramado de poder en Aguascalientes: Arturo Ávila Anaya. Un nombre que, al principio, parecía uno más entre los emprendedores locales, pero que hoy encarna el paradigma de cómo la política puede blindar no sólo vehículos, sino trayectorias completas.

El empresario del blindaje y las cifras que crecieron al calor del erario

Ávila, entonces un joven empresario, fundó su empresa IBN Industrias Militares (antes IBN Aeroespacial) con un capital declarado de apenas 50 mil pesos. Sin embargo, apenas comenzado el sexenio de Carlos Lozano en 2011, se anunció que dicha empresa invertiría 10 millones de dólares en una planta de blindaje y aeroespacial en Aguascalientes. El gobierno estatal, en voz de Lozano de la Torre, celebró la llegada de esta “inversión extranjera”, sin ahondar en el origen del capital ni las relaciones que lo hacían posible.

Para 2012, IBN ya había ampliado su inversión con 117 millones de pesos adicionales en el Parque Industrial de Logística Automotriz, ocupando un predio de 4,000 metros cuadrados. En un sexenio donde la narrativa oficial se centraba en la atracción de capital y la “seguridad”, IBN se volvió el emblema de una supuesta prosperidad industrial impulsada por un joven talento local. Sin embargo, los vínculos entre Ávila y el gobernador comenzaron a levantar sospechas: ¿cómo una empresa nacida con apenas unas decenas de miles de pesos accedía de forma tan expedita a millones del aparato estatal?

Contratos con la SEDENA y una inhabilitación silenciada

Ya para 2018, IBN había cruzado los umbrales estatales. La Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), entonces dirigida por el general Salvador Cienfuegos, adjudicó directamente a IBN un contrato por más de 20 millones de pesos para blindar 79 camionetas Cheyenne. El contrato fue entregado sin licitación, lo cual provocó inquietud entre proveedores y sectores de defensa.

No obstante, lo que realmente encendió las alarmas fue la inhabilitación posterior de la empresa por parte de la Secretaría de la Función Pública, tras vender chalecos antibalas de baja calidad. La medida, que debió implicar una investigación más profunda y sanciones ejemplares, fue barrida bajo la alfombra mediática. El discurso oficial prefirió enfocarse en la imagen de Ávila como un joven exitoso que “apostaba por su estado”.

De empresario emergente a político morenista

En 2019 y 2021, Arturo Ávila fue postulado por Morena como candidato a la presidencia municipal de Aguascalientes. Aunque perdió ambas elecciones, el respaldo del partido y de sectores ligados al poder federal se mantuvo firme. En 2024, fue nombrado vocero del Grupo Parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados, consolidando su paso de proveedor militar a operador político.

A inicios de 2025, el propio Ávila hizo públicas sus aspiraciones para la gubernatura de Aguascalientes en 2027. La estrategia no es nueva: quien fue impulsado por un exgobernador priista, ahora se arropa con el discurso de la Cuarta Transformación, desplazándose con comodidad entre las siglas del viejo régimen y las del nuevo poder.

Lozano de la Torre: el verdadero padrino

Detrás de esta historia, queda un rastro de complicidades, pactos soterrados y silencios que protegen. Según diversas fuentes locales, Carlos Lozano de la Torre fue el verdadero promotor del meteórico ascenso de Arturo Ávila, ofreciéndole acceso a contratos, terrenos e influencia. Incluso se ha señalado que parte de los capitales “privados” que sustentaron el crecimiento de IBN podrían tener vínculos con recursos públicos manejados a través de fideicomisos poco transparentes.

No es coincidencia que tras dejar el poder, Lozano haya intentado mantener influencia en Morena a través de figuras como Ávila, a quien se refieren en algunos círculos como “el candidato heredado”.

Epílogo: el blindaje del poder

La historia de Arturo Ávila es, más que la de un empresario exitoso, la de un modelo de negocio basado en la cercanía con el poder. Un modelo que no requiere innovación, sino relaciones. Que no se basa en la competencia abierta, sino en la adjudicación directa. Que no premia la calidad, sino la fidelidad.

En un país donde las fortunas suelen construirse al amparo de los presupuestos públicos, Arturo Ávila representa el epítome de cómo se construyen —y se blindan— los nuevos oligarcas. Con un pie en los cuarteles y otro en los partidos, su figura sigue avanzando. Pero su blindaje, como el de sus vehículos, quizá no resista el impacto de la verdad.

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