


León XIV y el riesgo de que las víctimas sigan siendo peones
Las víctimas de abuso sexual del clero continúan en riesgo de seguir siendo peones de la guerra entre las facciones que pugnan por influir en León XIV.

León XIV tiene la oportunidad de aprovechar en Roma la experiencia de Robert Prevost en Chiclayo para poner fin a la crisis de abusos sexuales del clero.
Para ello, León XIV necesita ampliar y no menguar, como le exigen las alas conservadoras de su iglesia, el legado de Francisco.
Cortesía/los +Angeles Press/Rodolfo Soriano-Núñez
La reciente elección de Robert Prevost como papa León XIV abre la puerta a numerosos análisis sobre su impacto y consecuencias. Los Ángeles Press lleva más de dos años siguiendo los devastadores efectos de la crisis de abusos sexuales del clero en la Iglesia Católica. Esta entrega de la serie analiza algunas de las posibles consecuencias de su elección en este tema.
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En septiembre de 2024, esta serie abordó un caso procedente de Chiclayo, la diócesis peruana dirigida por Prevost desde 2014 hasta 2023, cuando Francisco lo nombró prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina.
Ese texto, enlazado antes de este párrafo, abordó los detalles del caso del sacerdote peruano Eleuterio Vázquez Gonzáles. A pesar de los inevitables detalles de su caso, se trata, y de ahí la lamentable situación de la crisis en esa organización religiosa, de lo que podría describirse como un caso de abuso sexual clerical común y corriente.
Cobró relevancia hace un año, no por los detalles del caso, sino principalmente porque medios de comunicación asociados con la extrema derecha de la Iglesia Católica, tanto en Estados Unidos como en Perú, consideraron apropiado utilizar el caso de Vázquez Gonzáles en Chiclayo como un instrumento en su guerra contra el entonces papa Francisco.
Robert Francis Prevost Martínez, como gustaba de identificarse en Perú, era ya entonces una figura importante en la curia de Francisco, y la extrema derecha católica en Estados Unidos y Perú lo percibía como una fuente de la investigación del Vaticano sobre el Sodalicio de Vida Cristiana. El arzobispo maltés Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu, funcionarios del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, han investigado el caso durante los últimos dos años, lo que derivó en la supresión de dicha orden.
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Las razones para percibir a Prevost como una fuente de la investigación tenían cierta validez, ya que conocía de primera mano la mala gestión de las diócesis católicas en Perú desde hacía más de diez años.

Prevost asumió la diócesis de Chiclayo de manos de un obispo que, si bien no estaba oficialmente vinculado al Opus Dei, una organización católica similar a una orden, controvertida y conservadora, mantenía una estrecha relación con figuras destacadas de dicha organización en España y Perú.
Desde 1968 hasta su fallecimiento en 1998, Ignacio María de Orbegozo y Goicochea, español miembro de pleno derecho del Opus Dei, fue el segundo obispo de Chiclayo. Tras su fallecimiento, Jesús Moliné Labarte, también español, cercano a la orden aunque no miembro, asumió el cargo y se mantuvo como el tercer obispo de Chiclayo hasta 2014.
En lugar de nombrar inmediatamente a Prevost como obispo, el papa Francisco lo nombró primero «administrador apostólico» de la diócesis. Como tal, gobernó la diócesis, pero lo hizo en nombre de Francisco, durante casi un año. Fue una especie de intervención de la diócesis sin el conflicto que suele asociarse con la llamada “visita apostólica”.

¿Qué encontró?
No está claro qué encontró Prevost allí ni qué le comunicó al papa Francisco sobre sus hallazgos. Sin embargo, es posible asumir que Francisco estaba satisfecho con su mandato como «administrador apostólico» pues lo nombró cuarto obispo de la diócesis al año siguiente. Es posible asumir que algo estaba sucediendo allí, ya que existen evidencias de abusos, sexuales y de otro tipo, en diócesis, parroquias y otras entidades asociadas con el Opus Dei, como han demostrado varias entregas de esta serie en los últimos dos años.
El texto publicado en septiembre reconoce, por un lado, la legitimidad de las denuncias sobre abusos en Chiclayo y la necesidad de mejoras por parte de esa diócesis, de la Conferencia Episcopal Peruana y de la Iglesia Católica en general. Sin embargo, también señala las discrepancias en la forma en que esa iglesia gestiona los casos de abuso en diferentes regiones. Esta serie ha demostrado que la clave para explicar el abuso sexual del clero no es la calidad moral del obispo X o el obispo Z. La clave está en el desempeño de la policía, los fiscales y los tribunales de cada país; no en el carácter individual de un papa, una conferencia nacional de obispos católicos o un obispo en particular.
Este ha sido el eje central de la comparación entre las diócesis de Ciudad Juárez, Chihuahua, México, y la de El Paso, Texas, Estados Unidos, enlazada antes de este párrafo.
Ese fue el mismo enfoque que siguió Los Ángeles Press al comparar la evolución de los abusos sexuales cometidos por el clero en las diócesis católicas de California (véase arriba) y las de los estados mexicanos de Baja California y Baja California Sur, cuyo enlace se encuentra más adelante.
La doctrina, la práctica, la cultura y muchas actitudes son exactamente las mismas en ciudades fronterizas como Mexicali y Calexico o Ciudad Juárez y El Paso. Lo que cambia no es la doctrina religiosa ni el Código de Derecho Canónico. La clave está en dónde las víctimas deben confrontar a sus depredadores: en el contexto del sistema de justicia de México o el de Estados Unidos.
El texto sobre el mandato de Prevost en Chiclayo se basó en esa idea. Al seguir ese razonamiento, se evita el laberinto habitual que se encuentra en los relatos periodísticos sobre la crisis de abuso sexual del clero, incapaces de ir más allá de las fallas de carácter de tal o cual obispo en esta o aquella diócesis.
Eso no significa que Prevost fuera perfecto como obispo, y mucho menos que lo sea o lo vaya a ser como el papa León XIV. En septiembre de 2024, el artículo sobre el entonces cardenal Prevost criticó la falta de transparencia de los obispos que trabajan en diócesis latinoamericanas, incluyéndolo a él y al resto de los obispos peruanos, para abrir sus archivos y permitir revisiones exhaustivas de los casos de abuso. Pero incluso si él abriera dichos archivos, habría dudas legítimas sobre la voluntad de la policía y los fiscales peruanos de investigar y judicializar los casos.

Esta falta de transparencia, ahora proyectada a su nuevo rol como pontífice, genera serias dudas sobre su compromiso real con la rendición de cuentas a nivel global, como la organización global de defensa de los derechos de sobrevivientes de abuso sexual SNAP adecuadamente señaló en un comunicado reciente que, lamentablemente, sólo está disponible de manera oficial en inglés.
Sin consecuencias, no hay paraíso
Además, ese texto enfatizó la necesidad de que la Iglesia Católica establezca consecuencias reales y prácticas para las diócesis y los obispos que incumplen los decretos del papa Francisco de establecer sistemas para denunciar abusos. Fue en este punto donde el artículo sobre el mandato del obispo Prevost en Chiclayo detectó cierto interés por su parte en actuar con rectitud al abordar la crisis de abusos sexuales del clero.
El texto de septiembre del año pasado también profundizó en los detalles del caso Vázquez Gonzáles. Se señaló la falta de información disponible sobre su situación actual y la gestión de las acusaciones por parte de la diócesis. Subraya el patrón de comportamiento que se observa a menudo en estos casos y la necesidad de que la Iglesia Católica proporcione herramientas para rastrear el historial profesional de cualquier sacerdote, y el hecho de que esta necesidad es aún más relevante cuando se trata de sacerdotes con antecedentes reales de abuso sexual.

Ya desde antes de ser obispo, Robert Prevost desempeñó un papel importante como líder global de su orden durante doce años, desde 2001. Por ello, cuando Francisco lo nombra obispo en Perú era consciente de los efectos del abuso sexual por parte del clero en Estados Unidos y en otros países.
En ese sentido, ese texto llama a una mayor transparencia y rendición de cuentas por parte de la Iglesia Católica en Latinoamérica con respecto al abuso sexual por parte del clero y la necesidad de priorizar el bienestar de las víctimas, garantizando que las diócesis cumplan con las directrices establecidas para denunciar y abordar el abuso.
Sin embargo, cualquier mención de Chiclayo y la crisis de abuso sexual por parte del clero allí no puede obviar el problema del desempeño extremadamente deficiente del sistema de justicia peruano, tan deficiente como el mexicano, el brasileño o cualquier otro sistema de justicia latinoamericano.
Para comprender mejor esto y cómo las acusaciones contra Prevost se entrelazan con las acusaciones de abuso, sexual y de otro tipo, en el Sodalicio de Vida Cristiana, cualquiera que desee comprender realmente el legado de Prevost como obispo de Chiclayo debería conocer las numerosas fallas del sistema de justicia peruano al lidiar con esa orden.
Sería imposible repetir aquí la cobertura que Los Ángeles Press ha hecho sobre la crisis en el Sodalicio; basta decir, por ahora, que nuestra cobertura del Sodalicio se centra en las dificultades que el propio Vaticano encontró al lidiar con los abusos en esa “orden” religiosa.
El escepticismo sobre el Sodalicio es resultado del obvio apoyo de figuras políticas clave en Perú a la orden. Incluso la propia Santa Sede expresó sus dudas sobre las posibilidades reales de que el sistema de justicia peruano aborde el problema.
La serie publicada en esos espacios sobre la crisis en curso en el Sodalicio de Vida Cristiana se centra en el abuso sexual y de otro tipo perpetrado por su fundador, Luis Fernando Figari, y otros miembros. El texto enlazado a continuación es uno de los más importantes para comprender el alcance del abuso en el Sodalicio.
Aunque la serie reconoce lo hecho por el papa Francisco, incluyendo la expulsión de numerosos miembros y líderes, y la supresión del propio Sodalicio, también critica la respuesta de la Iglesia Católica, calificándola de insuficiente, en particular en lo que respecta a la justicia y la reparación efectiva de las víctimas, como se describe en la última entrega de la serie, enlazada a continuación.
Una medida del alcance de la crisis y el peso de las taras del sistema de justicia peruana la ofrece lo publicado el sábado 19 de abril, 48 horas antes de la muerte del papa Francisco, por La República, un importante periódico peruano.
Ese diario publicó en su portada un texto sobre la declaración de Jordi Bertomeu, sacerdote español y funcionario del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, quien informó al mundo sobre la decisión de Francisco de recurrir a los tribunales estadunidenses para intentar lograr justicia para las víctimas de abuso, sexual y de otro tipo, en el Sodalicio. Su artículo de portada aparece como una imagen después de este párrafo y está disponible aquí.

Oportunidad
Cómo influirá la gestión de Robert Prevost como obispo de Chiclayo en el papado de León XIV es una historia aún sin resolver, probablemente durante los siguientes 20 años, aproximadamente. Su propia experiencia lidiando con sacerdotes depredadores, como Eleuterio Vázquez Gonzáles, y su conocimiento y participación en la investigación del Sodalicio como obispo de Chiclayo y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, también serán relevantes.
Tiene la oportunidad de moldear su respuesta y la de su iglesia al problema preeminente para el futuro de esa organización religiosa: el abuso sexual del clero. Su estancia en Perú lo expuso a las duras realidades que enfrentan los sobrevivientes de abuso y al daño causado a la credibilidad de la Iglesia Católica, especialmente en una nación donde goza de amplias protecciones institucionales.
A diferencia de la narrativa victimista desarrollada por la Legión de Cristo en México, el Opus Dei en España o el Instituto del Verbo Encarnado en Argentina, sobre una Iglesia Católica mártir y asediada, la Iglesia Católica en Perú peruana es la Iglesia del Estado peruano. A pesar de ello, se observa el mismo comportamiento lamentable de sacerdotes demasiado dispuestos a hacerse las víctimas mientras abusan de fieles.
Y en el caso de Vázquez Gonzáles, el obispo Prevost vio de primera mano, sin filtros, la evidencia real de sacerdotes heterosexuales abusando de niñas menores de edad, por lo que León XIV no puede caer en la mezcla de explicaciones absurdas y engaños de Benedicto XIV quien acusaba a las personas homosexuales de ser culpables de la crisis de abusos sexuales. Todo lo contrario.
En ese sentido, sería para su propio beneficio y el de su iglesia que León XIV dejara atrás la cacería de brujas de la Iglesia Católica contra las personas LGTBQ para centrarse en mejorar la rendición de cuentas y la transparencia de su propia organización.
Un buen punto para su papado sería fortalecer las facultades de Tutela Minorum, la comisión para abordar los abusos sexuales del clero, creada tímidamente por el papa Francisco, cuyo futuro sigue siendo incierto, ya que es evidente que, incluso si por alguna razón el cardenal Sean Patrick O’Malley estuviera dispuesto a permanecer al mando, cumplirá 81 años el próximo junio.
Encontrar un reemplazo no será fácil, y es evidente que la aparente afabilidad de su segundo en la comisión, el obispo colombiano Luis Manuel Alí Herrera, lo hace bueno para—como se dice en México—“tirar el rollo”, pero no hay evidencia de que realmente actúe.
Campaña
Además, el hecho de que Robert Prevost fuera víctima de una campaña de los católicos de la extrema derecha cercana a Trump, los así llamados MAGA, que dirigen EWTN, la reencarnación post-Sodalicio de ACI Prensa, o Casi Prensa, como se le conoce en Perú, así como The Pillar, también debería proporcionar al nuevo pontífice una valiosa perspectiva sobre el tipo de campo minado que representa la crisis de abusos sexuales del clero.
Esta afirmación acerca de que se trata de una campaña de EWTN, CNA/ACI Prensa no es exclusiva de quien esto escribe como se planteó en el texto de septiembre de 2024. Es una posición compartida también por Pedro Salinas y por José Enrique Escardó Steck. Ambos son antiguos miembros del Sodalicio, ambos son sobrevivientes de abusos en esa “orden” y ambos ejercen ahora como periodistas que denuncian los abusos en esa y otras organizaciones religiosas en Perú.
Un texto de Salinas para Religión Digital está disponible aquí. José Enrique concedió recientemente una entrevista a un medio peruano en que ofrece esa interpretación, disponible como vídeo después de este párrafo o, si llegara a haber algún problema en el despliegue del cuadro de vídeo, aquí también está.
José Enrique Escardó Steck en una entrevista con un medio peruano.
Si bien hay indicios de que León XIV está comprometido a abordar el problema, dado que Prevost fue el único obispo peruano que, al menos, tradujo los documentos y la experiencia de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos en el manejo del abuso sexual del clero, y ello es una señal positiva, los desafíos que plantea el sistema legal peruano siguen siendo significativos.
¿Qué hará con Vázquez Gonzáles? ¿Reabrirá el caso para castigarlo y, aún más importante, para compensar a las víctimas?
¿Qué hará con todo el conocimiento que ha acumulado sobre las múltiples facetas del Sodalicio? ¿Qué hará si las diócesis de Denver y Filadelfia, donde opera el Sodalicio en Estados Unidos, vuelven a dar largas al asunto cuando se produzca la supresión?
¿Qué harán en ese caso Samuel Joseph Aquilla, arzobispo de Denver, y Nelson Jesús Pérez, el floridano que preside la arquidiócesis de Filadelfia? ¿Apoyarán a los personajes que vinculan al movimiento MAGA de Estados Unidos con el Sodalicio, como en el caso del miembro del desaparecido Sodalicio y exdirectivo de ACI Prensa, Alejandro Bermúdez?
Bermúdez es, por cierto, uno de los líderes del Sodalicio expulsados por Francisco y amenaza con convertirse en consejero de la embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede, gracias a sus vínculos con los grupos MAGA en el Partido Republicano.

¿Qué harán los obispos de esas dos ciudades de Estados Unidos? ¿Apoyarán al papa americano u optarán por una traición a medias de la voluntad del papa Francisco, manteniendo a los despojos del Sodalicio como “asociaciones diocesanas de fieles”?
En ese sentido, aunque la clave para comprender los efectos devastadores del abuso reside en las fronteras y en el diseño institucional de los Estados nacionales, la Iglesia Católica tiene mucho margen de mejora, y la experiencia de la Iglesia Católica en Estados Unidos para prever posibles amenazas en otros países sería extremadamente útil.
Ópera italiana
Para que eso suceda, sin embargo, León XIV tendrá que cerrar la puerta a quienes lo instan a destruir el legado de Francisco. Hasta ahora, parece claro que, al menos, el Sínodo sigue siendo un proceso en curso.
No está claro en este momento cuál será el futuro de la hermana Simona Brambilla, actual prefecta de la oficina que se ocupa de las órdenes religiosas en todo el mundo, el llamado Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Existen temores similares sobre el futuro de la prefecta del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la hermana Alessandra Smerilli.
Y lo mismo podría decirse de la tercera monja que dirige algo en la Ciudad del Vaticano, al menos por el momento: la jefa de la administración del Estado Vaticano, la hermana Raffaella Petrini, la llamada Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
No es que Prevost tuviera antecedentes de ser machista o misógino, pero muchos cardenales lo son. Como se relata en la historia enlazada antes de este párrafo, una de las pocas cosas que los laicos católicos sabrían del cardenal Beniamino Stella, antiguo nuncio en Cuba y cardenal sin derecho a voto en el cónclave de 2025, es que aprovechó su tiempo durante una de las llamadas Congregaciones Generales para desacreditar el nombramiento de monjas por parte de Francisco como jefas de dicasterios y otras oficinas del Vaticano. Como en aria de una ópera italiana, Stella lamentó los nombramientos de Brambilla, Smerilli y Petrini para algo que no sean las cocinas del Vaticano.
Las decisiones que tome León XIV serán objeto de cuidadoso análisis, ya que las víctimas de abusos continúan buscando justicia y rendición de cuentas, baste considerar que esta semana, el mundo prestará especial atención a lo que suceda en la Asamblea Nacional de Francia el miércoles 14 de mayo, cuando el primer ministro François Bayrou enfrente un intenso interrogatorio sobre su propio papel en la pesadilla nacional francesa en el colegio católico de Nuestra Señora de Bétharram, donde ahora hay nuevas pruebas de abusos que se remontan a finales del siglo XIX.
