0 8 min 1 week

Cortesía/Ríodoce/Andrés Villareal

Despojándose de toda inocencia, queda claro que no es igual que Estados Unidos solicite a México la extradición de algún capo de la droga, que al revés. De Estados Unidos a México no es una petición, es casi una orden, más ahora con Trump en el poder. La muestra son los 29 cabecillas de organizaciones enviadas hace dos meses y medio, todos en un solo paquete, todos figuras importantes y relevantes en sus respectivas cuadrillas. Incluso entre ellos Rafael Caro, a quien los americanos reclamaron por décadas sin lograr la extradición. Pero si la petición de cumplir con el tratado entre ambos países es de México a Estados Unidos, ahí todo es distinto.

Después de ocho años del crimen de Javier Valdez el camino ha sido largo: primero el reclamo por una investigación sin miedo que apuntara no solo a los asesinos materiales sino a los intelectuales, fueran políticos o narcos; la impunidad en las carpetas de investigación sobre homicidios en México es brutal, lo es mayor tratándose de personajes relevantes donde todo apunta al crimen organizado. Lo habitual es que se abandone, como suele decirse: se dé carpetazo y se apueste al olvido.

Contra todo pronóstico, la investigación del asesinato de Javier Valdez avanzó. Una entre centenares de casos sin resolver que tienen las fiscalías estatales o la federal, con periodistas asesinados. Se hicieron capturas y se abrió un juicio con una teoría del caso que apunta directamente a Dámaso López Serrano, hijo de un socio relevante de Joaquín el Chapo Guzmán.

Mientras en México se hacían marchas por el reclamo de justicia y se presionaba a los gobiernos para integrar una carpeta de investigación que avanzara sin engaños, del lado de los Estados Unidos se tejía una telaraña: Los Dámasos eran clave para la maquinación de la justicia americana contra el Chapo Guzmán, el que luego llamarían el juicio del siglo.

La telaraña empezó con la entrega de Dámaso López Serrano en la frontera con Estados Unidos, en junio de 2017, menos de dos meses después del asesinato de Javier Valdez en Culiacán, Sinaloa. Estaba a salto de mata desde que habían capturado a su padre, Dámaso López Núñez, el 2 de mayo de 2017 en Ciudad de México. Sabía que los hijos del Chapo, los Chapitos que fueron sus amigos, no les perdonarían que les disputaran el liderazgo de la organización como una herencia de su padre.

Esa misma telaraña cerró su pinza cuando el Licenciado declaró en el juicio contra quien lo encumbró en su red criminal. El Chapo, lo pasó de ser un simple y corrupto funcionario penitenciario en Guadalajara, a socio del Cártel de Sinaloa con territorio a su mando. Esos Dámasos que fueron pudriendo la zona de Eldorado, Villa Juárez.

Luego, la telaraña se vuelve bruma. El Licenciado exculpa a su hijo del crimen de Javier Valdez en el mismo juicio del siglo y acusa a los hijos del Chapo, como quienes ordenaron asesinar al periodista. Aunque eso no le importaba a la justicia americana, solo quedó registrado.

Luego, el Minilic logra su liberación con apenas cinco años en prisión. Pero la telaraña que tejió Estados Unidos resultó frágil, porque apenas dos años le duró la libertad, que aprovechó para dar largas entrevistas y fotografiarse como en sus mejores tiempos. Volvió a ser capturado como reincidente en los negocios del narco.

Margen de error

(Embajada) Es aquí donde nos encontramos ahora. En estos ocho años que han pasado desde el asesinato del periodista de Ríodoce Javier Valdez, ni un solo momento se ha dado pausa al reclamo de justicia. Por eso ahora ese reclamo se traslada a Estados Unidos, al país que le dio cobijo y un trato preferencial a quien la justicia de México señala en su investigación como el asesino intelectual de Javier Valdez.

Las organizaciones de protección a periodistas que han acompañado este largo camino, apuntan ahora a exigir a Estados Unidos que mande a Dámaso López Serrano a ser juzgado en México por el asesinato de Javier Valdez, independientemente de los tratos que hayan tenido con el gobierno por su cooperación, que dicho sea de paso quedan rotos al reincidir en sus delitos.

Por eso la manifestación en la Embajada de Estados Unidos en México y la carta dirigida al próximo embajador, Ronald Johnson, donde se pide lo básico: que se responda al gobierno de México en su petición de extraditar a Dámaso López Serrano.

Primera cita

(FEADLE) No ha sido poco el tiempo que lleva México solicitando esa extradición. Desde enero de 2020, hace más de cinco años, la Fiscalía General de la República, a través de la FEADLE de Ricardo Sánchez Pérez del Pozo obtuvo de un juez una orden de aprehensión contra el Minilic. Esta vez la Fiscalía tenía muy claro dónde encontrarlo, estaba en algún penal de Estados Unidos. Aun así, esa petición de extradición sigue sin avances significativos.

De México a Estados Unidos todos los delincuentes, de allá para acá, nada.

Mirilla

(Recaptura) Desde diciembre pasado, con la recaptura de Dámaso López Serrano, donde el gobierno americano lo acusa de reincidir en el tráfico de sustancias, se abría una nueva puerta para lograr ese reclamo de extradición. Pero no ha sido así, hasta ahora.

El gobierno de México no solo debería reclamar al Minilic, sino a todos quienes han llegado a acuerdos con Estados Unidos por penas más cortas e incluso quienes en breve tiempo alcanzaron la libertad. ¿Y lo que dejaron en México? ¿Y sus crímenes de este lado de la frontera? ¿Y la sangre, y los huérfanos? ¿La corrupción que auspiciaron? ¿Los policías y soldados caídos en los intentos de capturarlos? (PUNTO)

Artículo publicado el 18 de mayo de 2025 en la edición 1164 del semanario Ríodoce.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *