Homicidios

Hace 8 años nos quitaron a “Malayerba” y nunca hubo justicia

Cortesía/Ríodoce/Leopoldo Maldonado

Ocho años después del asesinato de Javier Valdez, seguimos preguntando lo mismo: ¿han cambiado las condiciones que permitieron su asesinato? No nos referimos solo a los procesados y sentenciados, sino al sistema que lo permitió, al Estado que no lo protegió, al gobierno que sigue sin responder. El crimen contra él fue también contra todos los que creen que contar la verdad vale la pena. Hoy, esa verdad sigue siendo incómoda.

El 15 de mayo de 2017 mataron a Javier a plena luz del día, en su ciudad, Culiacán. No era un periodista cualquiera. Era una voz crítica, una pluma valiente que escribió sobre el narco no como espectáculo, sino como tragedia cotidiana, recuperando siempre la voz de las víctimas. Desde Ríodoce y en sus libros, nos contó el horror con nombres, contextos, causas.

Organizaciones como Artículo 19 sabíamos que el caso de Javier no era uno más. Su asesinato marcó un punto de quiebre. Fue la confirmación de que en México no existe ninguna línea de defensa efectiva para los periodistas, ni aun los premios y el reconocimiento internacional. A partir de ahí fuimos más directos al llamar las cosas por su nombre: el Estado mexicano simula proteger a la prensa.

De hecho, seguimos peleando contra un Estado que no se siente responsable de esta tragedia, la que ya acumula 171 periodistas asesinados y 30 desaparecidos en lo que va del siglo. Un Estado, no importa gobernado por quién, que sigue deslizando la responsabilidad cómodamente hacia el “crimen organizado”, como si éste trabajara por su cuenta y sin complicidad de múltiples autoridades.

En ese momento, el país vivía los últimos estertores del gobierno de Peña Nieto. Se acercaban las elecciones, y con ellas la promesa de un cambio. AMLO llegaba con el discurso de que ahora sí se pondría a los pobres, a los olvidados, a los vulnerables en el centro. ¿Y quién más vulnerable que un periodista en México? Muchos creímos —con reservas, pero con esperanza— que las cosas serían distintas. Que por fin habría voluntad para frenar la violencia, reforzar mecanismos de protección, combatir la impunidad.

Pero la esperanza duró poco. López Obrador convirtió el púlpito presidencial en una tribuna para atacar a la prensa crítica. No se tocaron los intereses que sostienen la violencia. No se reformaron los mecanismos de protección. Los asesinatos siguieron, los nombres se apilaron. Cuarenta y siete periodistas asesinados en su sexenio. Sin justicia, o no de manera completa, en la mayoría de los casos.

Hoy, Claudia Sheinbaum hereda ese escenario. Prometió revisar el Mecanismo de Protección, pero en los hechos no hay claridad, ni estrategia. Los asesinatos no se han detenido. Los casos de Mauricio Cruz Solís, Calletano de Jesús, Kristian Martínez Zavala y Raúl Villarreal, ya bajo su gestión, demuestran que la maquinaria de silencio sigue en marcha. Peor aún: su gobierno impulsó, aunque después reculó, una ley que habría permitido bloquear plataformas digitales. ¿Esa es la forma de proteger la libertad de expresión?

Lo que no ha cambiado es el miedo ni la impunidad, ni la indolencia. Lo que sigue pendiente es un sistema que no solo proteja a los periodistas, sino que castigue a quienes los atacan. Lo que exigimos hoy, como hace ocho años, es justicia. Pero antes hay que reconocer el problema, y hasta la fecha no se ha hecho.

Recordar a Javier es deber cívico y ético. Javier no buscaba ser héroe ni mártir. Solo quería contar lo que pasaba. Las organizaciones no gubernamentales han hecho su parte. Han documentado, denunciado, acompañado. Pero el Estado, en sus distintas versiones, ha fallado una y otra vez. Ahora, con un Poder Judicial cooptado a través de la farsa electoral del 1 de junio, y sin cambios de fondo en fiscalías, la cosa no pinta mejor.

Hoy le toca a la presidenta Claudia Sheinbaum demostrar si su gobierno va a ser distinto o solo una continuidad con otra cara. Hace falta acción y compromiso real. Sobre todo, hace falta entender que, sin verdad, sin justicia y sin memoria, no hay democracia posible.

Artículo publicado el 11 de mayo de 2025 en la edición 1163 del semanario Ríodoce.

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