



El recuerdo del Fobaproa fue en respuesta a las críticas de Zedillo a la reforma judicial de López Obrador y Sheinbaum.
La actividad organizada en Palacio Nacional por Sheinbaum recordó los debates en las cámaras del Congreso durante la última década del siglo XX, pero sin representantes del PAN o del PRI
Cortesía/Los Ángeles Press
Aunque la actividad de este jueves 1 de mayo en el Palacio Nacional se celebró en 2025, bien hubiera podido ocurrir en mayo de 1997 o en mayo de 2000, antes de las elecciones de aquellos años hace 28 y 25 años.
De hecho, salvo por el escenario, esa misma discusión que ocurrió hoy en el Salón Tesorería de Palacio Nacional, ocurrió en repetidas ocasiones en cientos de sesiones tanto de la Cámara de Diputados como del Senado del Congreso de la Unión en las que los diputados y senadores de los partidos entonces representados en el Congreso intercambiaron los mismos argumentos que este jueves machacaron Claudia Sheinbaum y Pablo Gómez.
No fue un acto conmemorativo ni nada que se le parezca. Tampoco fue un acto de campaña contra el gobierno de Ernesto Zedillo. Fue simplemente la manera en que, para desacreditar las críticas de Zedillo a la reforma del Poder Judicial como se empeñó en hacerla Andrés Manuel López Obrador, se volvió a hablar del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, el así llamado Fobaproa.
Contra lo dicho por Sheinbaum y Gómez, los mexicanos de finales del siglo XX fueron muy conscientes de los efectos devastadores de las decisiones que tomó Zedillo y, en consecuencia, su partido fue severamente castigado por los electores de aquel entonces.
Baste señalar que fue en 1997 cuando el Partido de la Revolución Democrática ganó por primera vez las elecciones de jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal y nunca más soltó el cargo hasta que, como tal desapareció, cuando emergió la Ciudad de México.
En ese sentido, la actividad de este jueves ni apuntaló una nueva narrativa, ni demostró que los errores de Zedillo en el manejo del Fobaproa sean suficientes para legitimar la manera en que vamos a una elección del Poder Judicial marcada por profundas inconsistencias que todavía no sabemos qué costo tendrán para México.
Sirvió, en cambio, para evidenciar qué tan tersas son las relaciones de la presidencia de la República con un sector de los medios de comunicación en México, los que tienen acceso al Salón Tesorería y reciben repetidamente la oportunidad de hacer uso de la palabra, que lejos de preguntar acerca de lo que ocurre hoy o está a punto de ocurrir en unas semanas, prefieren celebrar lo que, de otra manera, podría ser visto como una muy sesgada lección de historia, al estilo de las que celebraba López Obrador.
Y es que, si en los noventa la oposición en San Lázaro o, en aquel entonces, hablaba por su propia boca, en el Salón Tesorería este jueves, “los jóvenes” el público que supuestamente fue el objetivo de la actividad de este jueves tuvieron que conformarse con la versión que Pablo Gómez, actual responsable de la Unidad de Inteligencia Financiera del gobierno federal dio de lo que decían sus adversarios en los noventa en las cámaras del Congreso de la Unión.
No hubo, ni hay visos de que pudiera haber para otros actores que siguen vivos de aquellos hechos, alguna oportunidad para defender sus decisiones. Tampoco hubo ni hay visos de que se pudieran permitir preguntas de medios que no estén dispuestos a alabar antes de hacer alguna pregunta incómoda a la titular del Poder Ejecutivo de la Federación.
Más bien, si algo se demostró, es que lo que importa en la actualidad es denostar a quien quiera que critique las decisiones del actual gobierno y negar la oportunidad a otros de expresar sus puntos de vista.
Nadie podría defender las malas decisiones que tomó Zedillo en su momento. Eso es más que claro para cualquiera, pero sería necesario reconocer que él tiene derecho a expresar sus puntos de vista y que resulta contradictorio que la presidencia hoy haya usado una encuesta del diario El País de 2024 en la que supuestamente se midió la popularidad de los expresidentes para justificar la crítica a Zedillo.
Si Zedillo es efectivamente tan impopular como lo dice la encuesta de El País, ¿por qué se le dedicó tanto tiempo hoy en Palacio Nacional?

Ello, sin perder de vista que los mexicanos de los años noventa —hartos de Zedillo y del Partido Revolucionario Institucional— optaron por otras fuerzas políticas que, con el tiempo, también incumplieron sus promesas. Por esa razón, fueron castigadas en las elecciones de 2012, como ocurrió con el Partido Acción Nacional.
En ese sentido, aunque es claro que los mexicanos de los noventa del siglo XX castigaron a Zedillo y al PRI por la insensibilidad con la que impusieron el mecanismo que siguieron para aplicar el Fobaproa, lo que no es claro es qué sucederá con los mexicanos de los veinte del siglo XXI cuando tengan que decidir respecto del futuro del país.
Aquella generación de los noventa también impulsó una serie de reformas a los órganos electorales que hicieron posibles elecciones democráticas, impensables en las décadas de los sesenta o setenta.
Antes del extenso bloque dedicado a Zedillo, Marath Baruch Bolaños, secretario del Trabajo, presentó información sobre la cartera a su cargo. Entre los temas abordados, destacó el avance en la búsqueda de restos de los mineros fallecidos en la tragedia de Pasta de Conchos, Coahuila, ocurrida en la primera década de este siglo. Informó que se han localizado 16 cadáveres, de los cuales 12 ya han sido entregados a sus familiares.

Hacia el final de la actividad se habló brevemente del Plan México y de la posibilidad de llevar agua del sur y centro del país al norte para satisfacer las necesidades de entidades que enfrentan condiciones de sequía. Sheinbaum acusó recibo de la propuesta y dijo que la considerará.